Batuta segura y visión global
"En el nombre de Alá, el piadoso y el apacible", otorguen nuestras orquestas y las invitadas un poco de descanso a la fantasiosa y amenazada Scheherezade que este curso nos hace tres visitas a través de los tapices sonoros de Rinsky Korsakov.Ahora ha sido nuestro compatriota Rafael Frühbeck con la Sinfónica de Viena, de la que es director titular, el portador de las leyendas orientales sobre las que montó el músico ruso en 1888 su ideología orquestal sistematizada en su célebre Tratado. Cinco años antes, Johannes Brahms estrenó en Viena, bajo la dirección de Richter su Tercera sinfonía en fa mayor.
Ambas obras formaron el programa de la Sinfónica vienesa, fundada a comienzos de siglo. Cualquiera que sea la conformidad o disconformidad con los criterios interpretativos del maestro burgalés, su batuta nos depara siempre seguridad, firmeza rítmica, visión globalizadora y fuerte estructuración. Otra cosa es lo que convencionalmente llamamos poética. La que Frühbeck logra en el Requiem de Brahms debiera ingresar, mudando todo lo mudable, en una sinfonía como la tercera, hecha de intimidades. En cuanto a Sheherzade se trata de otro mundo y distinto ideal sonoro: sonar como pintar, aunque tras la feria cromática se oculte una estructura bastante académica basada en dos temas generadores.
Rafael Frühbeck de Burgos y la Orquesta Sinfónica de Viena
Ciclo Orquestas del Mundo. Orquesta Sinfónica de VIena.Director: Rafael Frühbeck de Burgos. Obras de Brahins y Rinsky Korsakov. Auditorio Nacional, Madrid. 13 de marzo.
Disfrutamos de los colores en su diversidad, y en menor grado del aliento lírico y expresivo. Hubo éxito y los visitantes dieron dos propinas atentas a lo vienés (Danubio azul) y a lo español (Sevilla de Albéniz en la orquestación del propio Frühbeck).
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