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Los dirigentes de las repúblicas rusas se pronuncian contra el referéndum defendido por Borís Yeltsin

Pilar Bonet

La mayoría de los dirigentes de las repúblicas y provincias de la Federación Rusa, dotados de un nuevo protagonismo por la crisis de poder entre las instituciones centrales del Estado, firmó un llamamiento en contra del referéndum defendido por el presidente Borís Yeltsin, en vísperas del Congreso de los Diputados Populares, que se reúne hoy en el Kremlin para abordar el crónico y embrollado conflicto entre el Ejecutivo y el Legislativo. Uno de los viceprimeros ministros rusos, VIadímir Shumeiko, dijo ayer que Yeltsin consultará al pueblo si el superparlamento rechaza el referéndum.

En un intento de tranquilizar a la opinión pública, Yeltsin dijo anoche a los diputados que no tenía intención de disolver el Congreso. La Constitución rusa, un texto de origen sovietico parcheado para encajar la realidad del Estado poscomunista, no autoriza al presidente a disolver el Congreso, que, a su vez, sólo podría librarse del presidente mediante la impugnación, un proceso que requiere la intervención del Tribunal Constitucional.Los presidentes de la veintena de repúblicas en el territorio de la Federación Rusa, con los cuales Yeltsin se reunió por la mañana, se pronunciarán por congelar el referéndum y las posibles elecciones durante 1993 y 1994, y pidieron incluir en el orden del día el debate sobre los mecanismos de puesta en práctica del Tratado Federal, el documento firmado hace casi un año que no ha logrado integrar el Estado ruso.

Llamamiento en Contra

A esto se añadió por la tarde un llamamiento en contra del referéndum firmado por los jefes republicanos y regionales de nada menos que 55 unidades territoriales integrantes de la Federación Rusa. La recogida de firmas seguía ayer entre representantes de la treintena de territorios restantes. Los firmantes se han declarado dispuestos a invalidar en sus dominios cualquier orden anticonstitucional, "venga de donde venga".

Según el orden del día previo, el gigantesco e imprevisible superparlamento de 1.068 diputados debe examinar el referéndum previsto para el 11 de abril y decidir, además, si los órganos superiores de poder cumplen con las leyes. En la práctica, este segundo punto puede servir para iniciar un proceso de impugnación, aunque. hay indicios de que la oposición a Yeltsin podría centrarse en una reforma a la Constitución destinada a reducir a pura ceremonia la institución presidencial, creada a partir de un referéndum -el primero de la historia de Rusia- en marzo de 1991.

El referéndum sobre los principios básicos de la nueva Constitución fue uno de los puntos del acuerdo que Borís Yeltsin y el jefe del Parlamento, Ruslan Jasbulátov, lograron el 12 de diciembre pasado con la ayuda de Valeri Zorkin, el presidente del Tribunal Constitucional. En los tres meses transcurridos desde entonces, el referéndum se ha mostrado como una fuente de desestabilización que, además, fomenta la tendencias separatistas. A pesar de esto, Yeltsin ha insistido en celebrarlo y ha presentado al Parlamento una lista de cuatro preguntas, de las cuales la más significativa es la que pide un pronunciamiento sobre la república presidencialista.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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