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Entrevista:Eugeni Gay MontalvoPresidente del Consejo General de la Abogacía

"Es bueno el espíritu corporativo, pero no la defensa de privilegios"

Todavía no repuesto de su sorpresa por el resultado de la elección, que priva por primera vez al decano de Madrid del máximo cargo de la abogacía española, Gay matiza su imagen de renovador y de defensor de los ciudadanos con la afirmación de que "es bueno el espíritu corporativo, pero no la defensa de privilegios".Pregunta. Usted se ha deshecho en elogios al fallecido Antonio Pedrol y dice. que proseguirá su tarea. Entonces, la renovación, ¿en qué se va a notar?

Respuesta. Pedrol es una figura insustituible personalmente, por su carisma. Mi aportación puede ser la unidad y la coordinación. Entre las principales reformas pendientes destaca la homologación de la abogacía con la del resto de la CE, en donde se exige una profesionalidad desconocida entre nosotros. En España un licenciado en Derecho, al día siguiente de colegiarse puede ejercer la defensa, sin una previa capacitación. Un reto de la abogacía española es la formación de los abogados.

P. ¿Qué aspectos considera más rechazables de la reforma de la ley de Colegios Profesionales?

R. El dictamen del Tribunal de Defensa de la Competencia me pareció tendencioso y demagógico. En cambio, el proyecto de ley se ha mejorado sensiblemente y, según me ha anunciado el ministro de Justicia, el grupo socialista va a incorporar una propuesta catalana para integrar los honorarios orientativos de los abogados, que no pueden regirse sólo por las reglas del mercado.

"No desestabilizar"

P. A juzgar por los problemas que tuvo en Barcelona para sacar adelante los presupuestos de 1993, ¿es usted más contestado en Barcelona que en el resto de España?

R. No. En Barcelona se intentó llevar al régimen asambleario un asunto que debe resolverse en las urnas. Los compañeros están en su derecho de discrepar, pero no de desestabilizar al colegio.

P. ¿Cómo son sus relaciones con los abogados jóvenes?

R. Diversas. Ser joven no es garantía de nada, excepto de ser más jovial. Por mi parte, me he comprometido a ir a la reunión que van a tener en Bilbao y voy a defender en Madrid su petición de que un representante de los abogados jóvenes asista a las asambleas de decanos, con voz y sin voto.

P. La idea de defender a los ciudadanos que usted ha sostenido, ¿no choca con el espíritu corporativo de los colegios?

R. Es bueno un espíritu corporativo acusado; no un espíritu corporativista, que pretenda defender privilegios. Los colegios deben preocuparse de los intereses de los ciudadanos mediante la defensa de la independencia del abogado en el ejercicio de su profesión. Una sociedad en la que los abogados no sean respetados en el ejercicio de su profesión no puede ser democrática. No en vano las dictaduras suprimen los colegios, como el Chile de Pinochet; el Perú de Alberto Fujimori, o los países del Este.

P. ¿Tiene previsto encargar algún estudio sociológico para conocer qué piensan los ciudadanos de los abogados?

R. No lo había pensado, pero es una buena idea.

P. La diferencia de retribuciones entre los abogados, ¿se corresponde con la distinta calidad entre los grandes despachos y los letrados de a pie?

R. De ningún modo. Hay buenísimos abogados que ejercen en malas condiciones de infraestructura. Los abogados de los grandes despachos no son mejores, pero sí lo es el servicio que prestan. Por eso es bueno que sean fuertes los colegios de abogados, porque desde ellos se ayuda a los letrados modestos.

P. A los abogados se les atribuyen muchos retrasos.

R. No comparto esa apreciación. El abogado es quien más cumple los plazos. Cuando se le pasa uno, incurre en responsabilidad, que también debiera imponerse a los jueces.

P. ¿Cómo aceptaría la idea de que los ciudadanos que acrediten insuficiencia de recursos para litigar pudieran elegir cualquier abogado, al que pagaría Hacienda?

R. Ese es el ideal en un Estado social y de derecho, como el nuestro. Creo que todos los ciudadanos tienen derecho a elegir abogado y deberíamos llegar a esa solución.

P. ¿Le preocupa que los abogados europeos ofrezcan mejores servicios a precios más bajos que los españoles?

R. No me preocupa lo de los precios más bajos, pero sí la facilidad que va a tener el gran despacho europeo y la dificultad de los españoles. Conste que me siento orgulloso de los pocos despachos españoles que salen a Europa, pero a la mayoría les va a costar competir.

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