Seguir siendo útiles
Al llegar al climaterio de la vida, al trabajador maduro le ha llegado también la hora de dejar su puesto para ir a engrosar el número tres veces millonario de españoles desempleados. El drama personal puede resumirse parafraseando la filosófica cuestión calderoniana: ¿qué delito cometí en tal año naciendo? Y la respuesta sería la misma: tu delito es haber nacido... en tal fecha y tener la edad que tienes.Aunque la edad climatérica no coincide con la vejez, sin embargo, la penosa sensación de miedo e inseguridad provoca en los desempleados alteraciones psicofisiológicas que pueden llegar al infarto. La mayoría de ellos se pregunta: ¿qué voy a hacer yo ahora? Y muchos de ellos lo pasan fatal al darse cuenta de que el aburrimiento y el hastío se apoderan de ellos al no estar preparados para el inevitable relevo generacional.
Al pensar en sus años mozos, los afectados recuerdan sus estudios, su taller o sus aperos, pero todos sienten que ahora les falta algo y no saben cómo llenar ese negro vacío. Personalmente creo que aún no es demasiado tarde para echarnos mutuamente un cable a todos los niveles, empezando por la cúspide de la gran pirámide social, y darnos no sólo aquello que por propio derecho nos pertenece como subsistencia, sino algo un poco mejor dirigido a la formación personal, para que incluso en esta situación de parados nos sintamos útiles a esta gran empresa nacional llamada España-