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Tribuna:LA POLÉMICA SOBRE LA ASISTENCIA PRIMARIA
Tribuna
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Almá Atá o la sanidad primitiva

ENRIQUE COSTAS LOMBARDÍA

En 1993, la Declaración de Almá Atá, documento dorado de la sanidad vanguardista, cumple 15 años. Resumen doctrinal de la Conferencia Internacional sobre Atención Primaria de Salud celebrada en 1978 en la ciudad asiática de Almá Atá, fue citada mil veces como origen, esperanza y soporte teórico de una nueva concepción de la asistencia sanitaria. Ahora, el tiempo ha ajustado ya las ilusiones y puede distinguirse el alcance real de Almá Atá.La perfecta unanimidad (le los numerosos países asistentes a la conferencia, 134 nada menos, al suscribir la declaración constituye el primer síntoma, si no prueba concluyente, de que el documento era, desde un principio, poca cosa y a menos obligaba. En un mundo desencajado por permanentes conflictos de intereses de todo orden y lugar, es inconcebible la concertación de 134 naciones en cualquier asunto de alguna sustancia y exigencia. La Declaración de Almá Atá no fue más que otro de los muchos manifiestos internacionales de intenciones generosas que fácilmente pueden firmarse desde el sentimiento y, a mentido, la comodidad y el descompromiso. Buenas palabras con los bolsillos cerrados y los brazos caídos. En este caso, una llamada moral a la solidaridad de las naciones ricas y, sobre todo, una carta de recomendaciones elementales que la sanidad mundial unida remite a los Gobiernos de los pueblos atrasados.

Por eso el documento convoca a una "acción urgente", reivindica principios asentados desde hace decenas de años en la práctica de las naciones avanzadas ("los Gobiernos tienen la obligación de cuidar de la salud de los pueblos" (punto V); "llevar lo más cerca posible la atención de salud al lugar donde residen y trabajan las personas" (VI, etcétera); y exhorta a "iniciar y mantener" (VIII), "particularmente en los países en desarrollo" (X), la atención primaria, en la que comprende actividades de mera subsistencia: "...la promoción del suministro de alimentos y de una nutrición apropiada; un abastecimiento adecuado de agua potable y saneamiento básico; el suministro de medicamentos esenciales" (VII.3). La declaración también "entraña" (VII.4) en la asistencia primaria -lo que sería extravagante e impensable en una nación adelantada- "la participación, además del sector sanitario, de todos los sectores y campos de actividad conexos al desarrollo nacional y comunitario, en particular la agricultura, la zootecnia, la alimentación, la industria, la educación, la vivienda, las obras públicas, las comunicaciones y otros sectores" (VII.4), y hasta admite en el equipo de salud "personas que practican la medicina tradicional" (VII.7), o sea, curanderos.

Texto transparente

El texto de la declaración es transparente. Almá Atá trata de impulsar, en aquellas regiones mortificadas por la pobreza e inermes ante la enfermedad una asistencia sanitaria siquiera menor, descalza, de lo más indispensable, necesariamente primaria y que, por ser la única posible, ha de hacerlo todo ("promoción, prevención, tratamiento y rehabilitación", VII.2), e incluso trenzarse con sectores extrasanitarios. Una sanidad primitiva, simple y soportable para los débiles recursos del Tercer Mundo.

El manifiesto de Almá Atá fue, sin embargo, desfigurado y exaltado por simpatías ideológicas (el documento menciona varias veces y alienta un Nuevo Orden Económico Internacional, escrito así, con iniciales mayúsculas), propósitos políticos e interpretaciones utópicas de cierto "progresismo" sanitario que lo disfrazaron de horizonte modernista. Han pretendido convertir la Declaración de Almá Atá en una absurda meta homogénea para la sanidad de 134 países con profundísimas diferencias económicas, sociales, médicas, históricas, religiosas y culturales entre ellos. Una paradójica receta universal: las recomendaciones destinadas a aliviar una situación de penuria sanitaria despejarían también las complicaciones de la abundancia asistencial en los pueblos ricos; la atención primaria de Almá Atá, integral y totalizadora por necesidad, resultaría ser un hallazgo liberador que, en todas las naciones del globo, conduciría a una "producción" de salud sin precedentes y con mayor eficiencia; en fin, los sistemas de salud de las sociedades adelantadas deberían aspirar a retroceder hasta el modelo rudimentario aconsejado para las comunidades atrasadas. Chocantes ideas que niegan la evidencia de la distinta naturaleza de las cosas distintas. A pesar de ello, fueron adoptadas con entusiasmo por determinados partidos políticos como pauta de mejora de la aistencia pública sanitaria en nuestro país, y dieron lugar inmediatamente, sin mayores ensayos previos, a los actuales centros de salud. La arbitrariedad partidista impuso de este modo a la España industrializada, democrática, europea, diversa y socialmente abierta, una atención primaria reformada sobre los conceptos de la sanidad primitiva de Almá Atá, destinada "particularmente" y "sobre todo" (X) a las regiones subdesarrolladas.

Son muy escasos los países avanzados que han sido seducidos por Almá Atá. No hay centros de salud, o son accidentales y de diferente carácter de los españoles, en la asistencia primaria pública de Alemania, Australia, Austria, Bélgica, Canadá, Dinamarca, Estados Unidos (Medicare y Medicaid), Francia, Holanda, Japón y Suiza; los hay en Suecia, donde la atención primaria es mala y se ha iniciado ya la reforma (condados de Dalarna, Estocolmo, S¿5rmland, etcétera) de las funciones de los centros; los hay en Finlandia, corregidos también para ofrecer un servicio personal de mayor satisfacción al usuario y retener a los médicos de familia (un tercio de ellos ejerce a la vez la medicina privada), y en el Reino Unido están constituidos por grupos de médicos privados (los médicos generales británicos no son funcionarios, se asocian voluntariamente a Fin de reducir gastos (alquileres, administración, enfermeras, etcétera) y procurarse, con ayuda mutua, más tiempo de estudio y descanso. España, sin embargo, mantiene y extiende una forma de asistencia primaria apartada de los criterios y tendencias prevalentes en los países industriaflzados. España, inspirada por Almá Atá, da la espalda a su ámbito natural socioeconómico. Mira hacia atrás. El progresismo sanitario español encamina nuestro sistema de salud a converger con África.

es economista.

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