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Mandela pide el fin de las sanciones a Suráfrica

Por Suráfrica empiezan a correr brisas electorales. El presidente Frederik de Klerk acaba de anunciar la entrada en su Gobierno de tres ministros de color, dos mestizos y un indio, con el propósito de amarrar el apoyo de esas minorías en los futuros comicios. Mientras, el Congreso Nacional Africano (ANC) de Nelson Mandela, grupo que siente sobre sí el peso de sus próximas responsabilidades gubernamentales como cabeza de un Ejecutivo de unión nacional, acaba de clausurar en Johanesburgo una reunión con organizaciones antiapartheid de todo el mundo con un llamamiento a la suspensión de las sanciones contra Suráfrica y el compromiso de luchar por el retorno de la inversión económica internacional.

El reajuste gubernamental, que ha de entrar en vigor el 1 de abril, es visto como un guiño de De Klerk a las minorías de mestizos e indios, que constituyen algo menos del 15% de la población surafricana y con las que los blancos quieren contar como aliadas para los comicios que han de celebrarse aproximadamente dentro de un año.El presidente consideró durante algún tiempo la idea de dar entrada en su Gabinete a un negro, pero, tras diversas consultas, descartó el proyecto, convencido de su inoportunidad ahora que está a punto de entrar en la fase decisiva de su negociación con los negros sobre el futuro de Suráfrica.

Los tres nuevos ministros de color se van a encargar de carteras menores (Deportes, Desarrollo de la Población y Turismo). Todos, aunque ideológicamente conservadores, han sufrido las ve aciones del apartheid. Pero estos nombramientos de personas afectas a partidos con escasísima credibilidad por su colaboracionismo en las últimas boqueadas del régimen racista no han causado ninguna sensación en el ANC, que los ve como elementos de un Gabinete al que atribuye muy corta vida.

El ANC estaba ayer más interesado en airear su cambio de actitud ante las sanciones, en enfatizar la transcendencia de la mano tendida por Mandela a "los opresores" en hacer notar la necesidad que tiene de conseguir fondos para la campaña electoral y en restar importancia a un escrito de Winnie Mandela contra la cúpula dirigente, que en hablar de un cambio ministerial presentado como, algo puramente cosmético. En la jornada final de la reunión, con unos 500 delegados del movimiento antiapartheid de todo el mundo -incluida una representación multipartidista española, el reajuste de De Klerk suscitaba sonrisas condescendientes, aunque alguna dejaba transparentar cierta preocupación. "Se trata de una minoría que tiende a ser conservadora y teme mucho un Gobierno del ANC", decía un miembro del grupo de Mandela. Este partido no renuncia a esos votos y busca estrategias para captarlos.

Victoria segura

El ANC siente como segura su victoria electoral, que espera conseguir con más de la mitad de los futuros sufragios, y muestra una actitud cada vez más realista. El deber del ANC es -según el discurso preparado por Mandela para los congresistas, aunque leído por Oliver Tambo, presidente de honor del partido, pues a Mandela le han prescrito los médicos reposo absoluto- "liberar a los opresores del miedo a la democracia y al futuro, de la. culpa, y persuadirles de la inutilidad" de plantearse una resistencia numantina. El ANC cree que las expectativas que suscita su hipotético triunfo serán difíciles de satisfacer y que la estabilidad pasa por una economía que funcione.De ahí que haya apelado al levantamiento de las sanciones económicas y diplomáticas que aún pesan sobre Suráfrica a partir del momento en que se fije la fecha en que se han de celebrar los comicios, lo que podría hacerse a principios del verano. El embargo de armas y petróleo deberá desaparecer cuando se haya formado el futuro Gobierno de unión nacional. Este llamamiento no hace sino reconocer una realidad, pero, viene acompañado de la voluntad de luchar por las inversiones extranjeras como antes se luchó contra el apartheid. Según Allan Boesak, dirigente del ANC, "vamos a comenzar una campana internacional".

Una campaña que ya ha comenzado es la de lograr los 5.000 millones de pesetas que el ANC estima que va a necesitar para librar una lucha electoral en igualdad de condiciones con el Partido Nacional de De Klerk. Los asistentes a la reunión de Johanesburgo se llevan a sus países una lista de necesidades en las que hay desde ordenadores (14) a camisetas (700.000), pasando por vehículos de motor de distintos tipos (150) y un número indeterminado de chapas con el anagrama y los colores del ANC.

La otra cuestión que ayer se comentaba en los pasillos de la asamblea antirracista era la revelación por parte de Winnie Mandela, la esposa separada del presidente del ANC, de la existencia de una camarilla en el seno de la cúpula del ANC presuntamente dispuesta a deshacerse de Mandela para establecer una "dictadura elitista orientada a conseguir el poder y realizar sus ambiciones personales". La soflama fue descalificada como producto de una mente calenturienta. A nadie se le alcanzaba que Mandela, principal activo político del ANC, pudiera ser desbancado por un aspirante que ni remotamente podría contar con el apoyo de que goza el histórico líder.

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