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El precio del éxito

La talidomida se inventó en Alemania y se comercializó en los años cincuenta como un remedio completamente seguro para los mareos matinales. Sin embargo, los bebés de las mujeres que la tomaron nacieron con tremendas deformaciones. Unos 8.000 niños de todo el mundo nacieron sin piernas o sin brazos -algunos, sin ninguno de los dos-, o con defectos en el corazón, los pulmones, los intestinos y los ojos.En 1961, McBride, que había recetado también el medicamento a sus pacientes del Hospital de Mujeres, en Sidney, entonces el mayor de Australia, se dio cuenta de que estaba ayudando a dar a luz lo que a él le parecía un número anormalmente elevado de bebés deformes. Cuando revisó los historiales de las madres surgió algo sorprendente: ninguna de las mujeres había tomado medicamentos durante el embarazo, salvo la talidomida.

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Esto no era una prueba de que la talidomida hubiera causado los nacimientos deformes, pero McBride estaba convencido de que sí. Hizo que se retirara el uso de ese fármaco en el Hospital de Mujeres el 12 de junio. El 6 de julio informó a Distillers Biochemicals, la empresa que los comercializaba en Australia, de sus sospechas, y el 16 de diciembre la revista médica The Lancet publicó una carta suya sobre el tema. McBride fue el primer médico del mundo en observar la relación, el primero en advertir a la compañía farmacéutica y el primero en escribir sobre ello.

Recibió la medalla de oro del Instituto Francés de la Vida, utilizó el premio para lanzar la Fundación 41 y explotó inmediatamente su celebridad para conseguir fondos.

Pero el mundo médico y científico australiano es muy conservador y cerrado, y ver a un médico buscando publicidad y fondos para su propia fundación de investigación independiente no fue nada bien acogido. Un médico británico, Howard Chilton, declaró más tarde al tribunal que creía que McBride era "completamente malvado y sin moral" y que se sentía orgulloso de participar en "cogerle". Otras fundaciones médicas de investigación sentían envidia y rencor de McBride. Para la comunidad científica debía limitarse a ser un tocólogo y dejar el estudio de los embriones a los científicos. McBride ha sido acusado de buscar otra talidomida desde 1961, a fin de rebatir estas acusaciones.

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