Mitterrand defiende la honradez del ministro Tapie y de su jefe de Gobierno
Si Michel Rocard propone un big bang político, François Mitterrand ofrece un agujero negro. En sus dos diálogos televisivos con 24 franceses ante las cámaras de France 3, lo único que Mitterrand dijo claramente es que no piensa dimitir si la derecha gana las legislativas del mes próximo. En el de anoche, defendió a su jefe de Gobierno, Pierre Bérégovoy, y a su ministro Bernard Tapie de las acusaciones de corrupción que han sido formuladas contra ellos.
Mitterrand quería incorporarse a la campaña electoral francesa usando el sistema Clinton de diálogo directo con los ciudadanos a través de la televisión, pero los resultados fueron poco convincentes. Hay una enorme diferencia entre los dos presidentes: Clinton acaba de llegar al poder cabalgando una ola de esperanza; Mitterrand lo ejerce desde hace doce años y está aplastado por el peso de las muchas decepciones que ha provocado." El presidente parece desconectado de la realidad", escribio ayer Liberation. "No puede decirse que sus respuestas hayan despejado muchos caminos, abierto muchas pistas", afirmó Le Monde. "Diríase que Mitterrand quiere convertir en suya la anunciada derrota socialista en las legislativas", ironizó Edouard Balladur, el principal candidato de la derecha al puesto de futuro primer ministro.
Los ciudadanos participantes en los dos programas confesaron a France 3 haberse sentido "decepcionados" por la ambigüedad que mostró el presidente en los cuatro temas que les interesaban principalmente: el paro, la corrupción, la protección social y el medio ambiente.
Anoche Mitterrand dijo que no es que se hayan producido más escándalos bajo su mandato, sino que "los periodistas y los jueces han tenido más libertad para investigarlos". Añadió que Bérégovoy, acusado de haber recibido un regalo de 20 millones de pesetas de un industrial corrupto, es "un hombre íntegro", y proclamó que no hubo "favoritismo" en la venta por Tapie de la empresa Adidas a un grupo de sociedades nacionalizadas.
Mitterrand apareció resignado ante el paro, que, dijo, "no es un mal francés, ni un mal socialista, sino un huracán que se ha abatido sobre el mundo desde l973". En multitud de ocasiones, hablando de éste y otros problemas graves, dijo: "No podemos hacer nada"; "Yo no puede hacer gran cosa"; "No sé nada del asunto que a usted le preocupa" o "Confieso mi ignorancia".
Fidelidad a los orígenes
El Partido Socialista (PS), invitado por Rocard a disolverse en un nuevo movimiento político, sigue teniendo para Mitterrand posibilidades de salvación. "El PS", dijo, "debe dominar sus propias contradicciones y divisiones, recuperar su propia línea y seguir fiel a sus orígenes. A partir de ahí, las propuestas de Rocard merecen ser examinadas".
Durante dos noches consecutivas Mitterrand apareció en France 3 como un hombre del pasado que defiende su balance. En cambio, Rocard se había colocado el miércoles en la posición del hombre del futuro que dirigirá a una nueva izquierda. A pesar de la manifiesta rebelión del primer aspirante a sucederle, Miterrand no fue tan duro con Rocard como se esperaba. Apenas dejó caer que el movimiento que Rocard propone puede ser "una reunión de gatos y perros", pero no pudo ocultar que le dolía el actual reparto de papeles.
La clave de la actitud de Mitterrand es que a él ya sólo le interesa resistir en el Elíseo hasta 1995, aunque para ello tenga que afrontar una durísima cohabitación con un Gobierno de derechas. Y no parece importarle que esa bipolaridad en la cúpula del Estado retrase el saneamiento de Francia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.