La última vuelta de tuerca
La noche organizada por el sello -discográfico Sub-Pop -impulsor del sonido Seattle y creador del éxito de Nirvana-, puso de manifiesto que si durante los últimos años el rock se encontraba ante un presente agotado y un futuro incierto, hoy comienza a modelar respuestas. Violencia, acción y velocidad; imágenes y sonidos descarnados, desnudos, que se recrean en el lado más atronador de la imaginación y de la realidad.Supersuckers, The Reverend Horton Heat y Dwarves han llevado al extremo acordes, melodías y sonidos recogidos de un pasado no tan lejano, para mostrar sin pudor lo que se escondía entonces pudorosamente. Tres bandas que desmienten la etiqueta de monocordes y repetitivos riffs de guitarra, provocada por grupos como Nirvana, Alice in Chains o Pearl Jam. Esto va mucho más lejos.
Supersuckers, The Reverend Horton Heat y Dwarves
Revólver Club. Lleno. Madrid, 16 de febrero..
Supersuckers son de Tucson (Arizona). Debutaron en 1992 y, con su sonido de alto tonelaje, continuo y veloz, pusieron el toque más fresco de la noche. Casi una hora para mostrar las nuevas dimensiones del rock and roll. Ofrecieron el concierto más accesible y prepararon el escenario para los vehementes.
The Reverend Horton Heat, famoso por sus continuos sermones sobre el escenario, se ciñó en esta ocasión a la música, ante la dificultad de explicar sus empanadas mentales al público. Rock y rockabilly, duro, correoso y sin concesiones hacia las leyes naturales de la velocidad. El reverendo encarnó la faceta más cuidada de los grupos que compartían cartel. La provocación que caracteriza a las bandas del sello de Seattle, adquiere con Horton Heat una dimensión que crea escuela.
En el límite
Dwarves está en el límite. No tiene futuro. El guitarrista sin nombre, como se hace llamar, aparece desnudo, con una máscara sobre su cara que potencia una imagen retorcida y violenta; el bajista, vestido de muñeca con los labios rojos corridos por su cara, añade el toque histriónico; el irreverente vocalista machaca con su voz y sus fuck you, ensalzando salvajes actitudes pederastas y sangrientas. 20 minutos para sacar de quicio a paladares sensibles, verdadera agresividad, espanto y esperpento para lograr, a base de música sin respiración, un impacto de shock. Dwarves consigue lo que quiere.La respuesta a los interrogantes del rock puede ser una simple vuelta de tuerca más. ¿Hasta dónde se puede apretar?
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
Últimas noticias
El clima extremo azota Estados Unidos de costa a costa en estas navidades
Salvador Illa usa su mensaje navideño para alertar sobre el auge ultra: “Sin humanidad no se puede construir un país”
Bonoloto: comprobar sorteo del viernes 26 de diciembre
Cuponazo de la ONCE: comprobar sorteo del viernes 26 de diciembre
Lo más visto
- De celebrar el Gordo a temer no cobrarlo: la comisión de fiestas de Villamanín se dejó en casa un talonario vendido antes del sorteo
- Maisa Hens, cantante: “Gracias al anuncio de El Almendro no tuve que volver a hacer un ‘casting”
- Los socialistas valencianos reclaman a Feijóo que entregue a la jueza de la dana la conversación íntegra con Mazón
- La obsesión de Trump por poner su nombre a todo carece de precedentes en Estados Unidos
- “Un jardín con casa, no una casa con jardín”: así es la premiada vivienda de 146 metros cuadrados que se camufla con la vegetación




























































