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Tribuna:
Tribuna
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¡No se chequee usted, hombre! Vida es olvido

¿Para qué va a andar V. haciéndose más análisis ni radiografías ni ecografías ni mamografías ni electrocardiogramas ni tomándose la tensión ni midiéndose el colesterol? Déjese ya de esos jueguecitos, señor, señora. Y, si no ha empezado V. todavía, ¡no empiece!: porque ése sí que es un vicio serio, ni tabaco ni heroína que se le compare: a la menor, la burocracia profiláctica se le pone en marcha, y si empieza usted, no acaba; o no acaba hasta que acaba.Vivimos bajo un régimen de terror, señor, señora; y ese terror de los terroristas con que le horrorizan los Medios de Formación de Masas no es más que películas para distraerle: el terror de veras es ése que los mismos Medios le cultivan, el terror de que le vaya a hacer traición su propio cuerpecito serrano, de que se le insubordine dentro algún elemento incontrolado que amenace con desbaratarle la constitución de su Persona, que con tantos trabajos. venía usted organizando y sosteniendo.

No Les basta con procurar por todos los medios que grandes porcentajes de las poblaciones caigan de hecho corrompidos por cánceres o torozones de corazón o demencias profundas o gripes o sidas ya puestos al alcance de cualquiera., no: tienen que conseguir que el resto de las poblaciones (que siguen siendo, ¡por los clavos de Cristo!, la mayoría, a pesar de todas las promociones) vivan continuamente acongojados por el miedo del tumor, o de la peste o del alifafe o del reventón, o sea que no vivan, no sea que, si se les deja vivir tranquilos (y pensar, por tanto, claramente), vayan a descubrir que el Señor no era necesario.

Bien saben Ellos que la enfermedad no consiste en otra cosa que en la conciencia del propio cuerpo; y para eso está la prevención sanitaria y el chequeo periódico y la profilaxis universal.

Por tanto, no se deje engañar, señor, señora, ni se meta en la cuenta de sus Estadísticas: dígase usted que, lo que sea, sonará, y que, mientras le dejen vivir los dioses, no le hagan los hombres la puñeta.

Y, si le entra mucho miedo de cuando en cuando, aguánteselo como pueda, que también el miedo, a fuerza de no hacerle caso, se desgasta; y, por ejemplo, vaya a. verse con cofrades formales que le hagan hablar de cosas, de otras cosas, o, en último término, vaya a buscar a esa vieja amante, que está tan convencida de que es V. un cabrón con pintas (o que es V. una puta redomada, en el caso inverso), que, a fuerza de gritarle los delitos de su alma, no le deja pensar en su salud ni por un momento.

Sin duda no hay salvación

Y no le venga V. con objeciones baratas a nuestra propuesta: no publicamos este anuncio para los que están ya condenados a la ocupación del propio cuerpo y que la conciencia se les haya hecho enfermedad real, sino para usted, señor, señora, que tiene todavía humor para hojear este robusto Rotativo y hasta leerse el presente anuncio: es a usted, que. puede toda vía tener dudas (sin dudas, no hay salvación), a quien se le propone no chequearse ni analizarse, olidarse todo lo posible de sus mecanismos y dejarse caer en una confianza de que hay una madre más sabia que nosotros que nos recoge entre los, pliegues de su manto.

Y fijese que, por esta gestión, hasta el Estado debería damos algún premio: pues ¿no andan clamando Ellos por la excesiva afluencia de público demandante de atenciones sanitarias y recetas de botica, por el abarrotamiento de ambulatorios y consultas? Pues ¿entonces?: aquí Les proporcionamos un ahorro incalculable de personal, locales y servicios: ¿no tendrían que apoyarlo y agredecerlo?

Pues no, señor, señora: todo eso forma parte de la misma hipocresía con que se mesan los cabellos y desgarran las vestiduras por las hambrunas de Somalia y las guerritas de Servocracia, siendo Ellos y sus Medios de Formación los siervos del Desarrollo, que está necesitando y promoviendo, en Sus márgenes, esas miserias y banderías.

Lo que Ellos necesitan de veras es qué usted se ocupe y se distraiga: que viva usted en la continua profilaxis, que viva en el Futuro, que es el reino de Ellos; o sea que no viva, que no piense, que no sienta.

Así que usted elige, señor, señora: o dedicarse a la seguridad de su salud o salvación futura, o abandonarse a lo que sea y dejarse vivir, a ver si, por un descuido, le dejan todavía.

Agustín García Calvo es catedrático de Latín de la Universidad Complutense de Madrid.

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