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"Lucharemos juntas contra el acelerador"

El proceso sitúa a ambos lados del banquillo a una afectada y a su hija, ATS

Peña Zarazaga y su madre, Nieves Alfonso, combaten unidas al acelerador del Hospital Clínico de Zaragoza, que coloca hoy a la primera en el banquillo de los acusados y a la otra enfrente, como paciente afectada de sobreirradiación. El dolor de ambas es doble. Un ama de casa enferma de 72 años ve cómo enjuician a la menor de sus seis hijos por un accidente cuyas secuelas vive directamente. Peña dice estar preocupada sólo por el efecto del proceso en su madre. "Desde el principio dijo que podíamos luchar contra el acelerador y que juntas lo haríamos".

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Si algo consuela a Peña en esta dramática coincidencia es aquella oportuna gripe que su madre pilló justo el día en que debía empezar su radioterapia. Era el 10 de diciembre de 1990, precisamente la fecha en que se iniciaron los tratamientos de 27 pacientes oncológicos con el acelerador de electrones averiado. Hasta el día 19 no estuvo Nieves en condiciones, lo que le supuso ser sometida a tan sólo dos sesiones antes de descubrirse el fallo que ya ha causado la muerte a 20 de aquellos enfermos. "Mi madre tenía un tumor de mama en un estadio muy bueno y con buen pronóstico", explica Peña Zarazaga'Peña trabajaba entonces como ATS en el servicio de oncología radioterápica del hospital. Con sus propias manos ayudó a su madre a colocarse en el acelerador. Desde entonces, la familia ha vivido "a ratos, a días y a meses", reconoce. "Todo depende de cómo esté mi madre".

Desde que el equipo del Clínico empezó a comprobar las consecuencias de la sobreirradiación en los enfermos, a la enfermera la amargó la duda de si su madre podía estar afectada. "Mis compañeros me tranquilizaban porque sólo se le habían dado dos sesiones y, por tanto, el acelerador tenía menor influencia en ella".

A su madre no le dijo nada del accidente, porque, además, Nieves no mostraba síntomas al principio. "Pero un día ella fue llamada también a revisión y a someterse a un tratamiento preventivo por las posibles lesiones que pudiera tener". Tuvo que decírselo, con la ayuda y presencia de sus compañeros médicos.

Según relata su hija, Nieves no reaccionó mal. Seguía sin sintomatología. "Fue al mes cuando la piel se le empezó a levantar, y mientras se curaba empezó con las lesiones de pulmón. Entonces tuvo que ingresar y fue cuando realmente se empezó a preocupar".

"Pero tengo que decir", prosigue Peña con la voz de colegiala que la distingue en el juicio, "que mi madre en sí nunca me ha, demostrado su preocupación. Ha sido al revés. Ha sido ella la que me ha animado y la que le ha quitado importancia. Siempre dijo que con ella podíamos luchar contra esto y que las dos juntas lo haríamos". Peña Zarazaga comparece como inculpada por imprudencia temeraria, y para ella el fiscal pide la pena de seis meses y un día de prisión menor. Su madre pertenece a los afectados que reclaman por danos y perjuicios.

Llamadas diarias

Peña es de Calatayud. Tiene dos niños, de siete y cuatro anos, y desde el 1 de febrero acude diariamente a una cita muy especial. Se sienta entre 11 acusados, y mientras se defiende tiene que escuchar durante ocho horas cada día continuas alusiones a su madre cómo paciente. "Lo intento llevar bien, pero es difícil explicar lo que puedo sentir cuando estoy aquí en el juicio. Para quien no sabe lo que es esto, al principio impresiona, aunque poco a poco te vas adaptando al hecho de que te están juzgando".

Dos años duros la han curtido para contener cualquier declaración que pueda interferir en el proceso, y lo que es más importante para ella: que preocupe a su madre, que sigue todas las noticias. "Todo lo que he podido evitarla, se lo he evitado". Dos veces al día Peña telefonea a su madre, que vive en la provincia de Zaragoza. Asegura que no hablan del juicio. El parte se limita a un "todo va bien". Y todo va a ir bien a los ojos de esta joven enfermera que volvió a su puesto en el acelerador que la traicionó. "Quiero luchar y seguir trabajando con pacientes oncológicos". "Se va a curar. Se va a curar" es el último mensaje sobre su madre al acabar otra maratoniana sesión judicial.

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