Hacia la eutanasia

LA EUTANASIA es un tema que ha entrado hace tiempo en la conciencia de la sociedad, provocando en su seno un fuerte debate ideológico, moral y científico, pero al que los gobernantes y legisladores no acaban de dar el adecuado tratamiento legal. Holanda -un país pionero en la búsqueda de soluciones a problemas que bordean los límites de la moral, las normas y la ciencia- acaba de dar este paso al aprobar una ley que despenaliza la eutanasia en ciertos supuestos y de acuerdo con determinados requisitos.La fórmula empleada, semejante a la de las indicaciones en el caso del aborto, puede parecer tímida y ambigua, pero ello no le quita el mérito de constituir el primer ensayo legislativo europeo que intenta dar respuesta a un problema tan controvertido como el derecho a una muerta digna.

La eutanasia como tal sigue siendo delito, pero su práctica será legal si el enfermo en fase terminal o, en su defecto, los familiares manifiestan claramente la voluntad de que se ponga fin a su agonía. A ello se debe añadir el requisito de que el médico que ha de atender la petición debe someterla a consulta de otros especialistas ajenos al caso. El control judicial -inexcusable, pues la eutanasia sigue estando en el Código Penal- lo será a posterior¡, a los efectos de verificar si la actuación médica se ha atenido al procedimiento establecido.

Puede pensarse que este marco legal no garantiza suficientemente que el médico no tendrá que vérselas alguna vez con la justicia. Es cierto entretanto planee globalmente sobre la eutanasia la consideración de delito. Pero la nueva ley holandesa excluye explícitamente la persecución penal, o de cualquier otro tipo, cuando los trámites requeridos hayan sido correctamente cumplidos. Esta garantía legal cobra fuerza si se la relaciona con lo que de hecho viene ocurriendo desde hace años en Holanda: la tolerancia ante la realidad de la eutanasia, que alcanza, según cifras oficiales, al 2% de las muertes registradas al año en el país. En todo caso, aun en la hipótesis de una situación absolutamente permisiva, siempre será exigible algún control institucional que garantice que la eutanasia no responde a otros intereses que los del enfermo en fase terminal.

Con todas sus limitaciones, la fórmula holandesa abre el camino de una nueva legalidad y es posible que hasta dé una nueva concepción moral en el tratamiento de los complejos problemas que se le plantean al ser humano en las situaciones límite de su vida. De ahí que esté abocada a influir en las soluciones legislativas que den otros países a estos problemas.

En España, sin ir más lejos, se intenta delimitar con mayor rigor que hasta ahora el concepto de eutanasia en el nuevo Código Penal. La fórmula que se baraja representa, sin duda, un avance respecto a la anterior -de hecho se despenaliza la eutanasia pasiva, evitando así el llamado encarnizamiento terapéutico-, pero queda lejos de la holandesa. La inseguridad jurídica persiste en esta zona fronteriza de la medicina.