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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Personalidad propia

EN MEDIO de una crisis de mercado que ha limitado cuantitativa y cualitativamente la participación extrnjera y algún que otro conflicto interno que ha provocado que ciertas galerías de nuestro país declinasen participar en la presente edición, Arco 93 abre sus puertas al público por duodécima vez entre esperanzas y temores. En todo caso, lo más temible no puede ser ni esa oferta declinante ni la causa inmediata que la genera -la crisis internacional del mercado del arte-, ni aun siquiera el regreso a la Casa de Campo o la supresión de algunas de las actividades culturales que se organizaban simultáneamente en el propio ferial, sino el hecho en sí de que produzca un desencanto social y que desaparezca esta convocatoria anual, que había sido capaz de arrastrar durante más de una década a cientos de miles de visitantes, muchos de los cuales se iniciaron en el mundo del arte actual gracias a esta experiencia puntual.Es cierto que desde que Arco inició su andadura se han escuchado voces de denuncia ante la pretenciosidad de montar una feria de arte internacional cuando aún no se había articulado mínimamente una demanda local, pero a pesar de que las cifras del mercado nacional siguen siendo comparativamente irrisorias, no parece congruente proponer como solución, que desaparezca justo lo que estimula su implantación y desarrollo.

Por otra parte, haciendo de su necesidad virtud, Arco había logrado perfilar una personalidad propia en el marco de las ferias internacionales, cuyas ofertas, más inspiradas en la rápida realización de beneficios, apenas si dejaban lugar para el arte más joven. Por todo ello, sean cuales sean las contradicciones, subsanables, que han acompañado, y siguen acompañando, la pequeña historia de esta feria, parece claro que su súbita desaparición supondría un quebranto mayor para el creciente público aficionado de nuestro país y para sus propios artistas que, paradójicamente, para aquellos profesionales que viven del comercio, la mayor parte de los cuales están acostumbrados a sobrevivir en las peores condiciones, dada la tradicional debilidad del mercado local.

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