Esperpento
En el espejo cóncavo del callejón del Gato se reflejaba la España de Valle-Inclán: curas, toreros de naipe, aristócratas apolillados, letrados sacamantecas. El espejo cóncavo devolvía también una imagen esperpéntica del mundo de palacio, de los trajinantes y boteros, de los sacristanes y matarifes, de los poetas hambrientos y chulos de gomina. Estos personajes de la España negra han desaparecido pero ahora :nuevos ejemplares se pasean por otro callejón del Gato que ya no se halla en un Madrid de tocino rancio sino tal vez al pie de un magnífico hormigón de Sainz de Oiza para oficinas donde campan los modernos rufianes, delincuentes con Rolex de oro, mangantes y comisionistas vestidos por Toni Miró que se reflejan en las cristaleras de un rascacielos de cualquier arquitecto japonés. Antes la derecha clásica se movía entre la sala de banderas y la sacristía; cambiaba el cirio por el sable según su conveniencia. La oligarquía no tenía necesidad de robar nada ya que todo el país le pertenecía. Con el detritus que iba dejando aquella política se alimentó nuestra historia. Las figuras del espadón, del cacique, del clérigo trabucaire seguidas posteriormente por el estraperlista de posguerra, el sindicalista vertical y el tecnócrata con voto de castidad formaron una galería de esperpentos que después con la llegada de los socialistas al poder se fue completando con los nuevos elementos de la España negra actual que ahora se mira en el espejo deformante del diseño y de la tecnología punta, la cual refleja a algunos políticos de antigua pana con el maletero de] coche atiborrado de billetes, viejos marxistas convertidos en expertos golpistas de ingeniería financiera, los felipones barbuditos atiborrándose en la pastelería del Boletín Oficial. El desfile por el callejón del Gato continúa. Ved ya los rostros de la derecha, idénticas máscaras de antaño dispuestas a tomar el relevo ante el espejo cóncavo. ¿Quién que votara a los socialistas con ilusión hace 10 años les podrá perdonar nunca lo que han hecho?
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