Fallece el hijo de la italiana que prefirió morir de cáncer antes que abortar
Stefano Ardenghi, el hijo de la italiana que murió de cáncer el pasado 25 de enero, ocho horas después del parto tras haberse negado a ser tratada con quimioterapia por no poner en peligro la vida del feto, falleció durante la noche del jueves al viernes. Durante sus escasos 10 días de existencia, transcurridos en una incubadora del hospital de Bérgamo, Stefano, un seismesino que al nacer pesó 650 gramos, sufrió persistentes insuficiencias renal y respiratoria que, finalmente, determinaron su muerte.
Valerio, su padre, al conocer la noticia, dijo: "Ha vuelto a los brazos de su madre". Y no quiso hablar más con nadie. Ayer tampoco se registraron reacciones de los medios católicos, laicos o sanitarios que habían intervenido en la polémica suscitada por este caso, convertido por la Iglesia en símbolo de la lucha contra el aborto.El propio Valerio Ardenghi, un carpintero de 34 años que ha quedado viudo con un hijo de 10 años, declaró inicialmente que no habría dejado embarazada a su esposa, Carla Levati, fallecida con 28 años, si ésta no le hubiera ocultado que padecía cáncer y que los médicos le habían desaconsejado una nueva gestación.
Muerta la esposa, Valerio reconoció que se había convertido en un caso nacional y afirmó que él mismo se colocaba del lado del "coraje", la cualidad que sacerdotes e incluso obispos italianos atribuyeron de inmediato al gesto de Carla, propagado como un símbolo.
En medios laicos se objetó, en cambio, que la vivencia de Carla, aunque en un plano humano y personal fuera totalmente respetable, no debía ser elevada a la categoría de ejemplo. Esto porque implicaba una desobediencia a consejos médicos precisos, por lo que se refiere a la decisión del embarazo, y un sacrificio cuando menos inútil, en lo que respecta al rechazo del aborto.
Histeria
Portavoces feministas expresaron su convicción de que la joven de Bérgamo había actuado probablemente bajo el influjo de una desinformación y una histeria que las mismas fuentes consideran consecuencia de las campañas antiabortistas.Fuentes médicas tendieron a señalar, en cambio, que, debido a la escasa posibilidad de supervivencia que Carla tenía a mediados de diciembre, cuando le fue diagnosticada una metástasis derivada de un cáncer de piel por el que había sido operada tres años antes, su decisión final de rechazar la cura por salvar al feto era menos relevante, en el contexto del caso moral, que el hecho de que hubiera decidido quedarse embarazada aun conociendo los riesgos que ello implicaba para su salud y la del eventual hijo.
El papa Juan Pablo II sancionó el pasado sábado la ejemplaridad de Carla, cuando aludió a su caso como "una señal de esperanza" en un mundo que, subrayó, amenaza al derecho a la vida.
Cinco matrimonios del Consejo Pontificio para la Familia escribieron luego una carta con el mismo argumento. En medios eclesiásticos comenzó a hablarse de la posibilidad de que Carla Levati se abriera camino hacia los altares.
[El ejemplo de Carla ha sido seguido por otra mujer, Julienne Tamaze Djeokeng, una pediatra de nacionalidad camerunesa de 32 años que padecía cáncer de páncreas y que prefirió morir para dar a luz a su hijo en un hospital de Florencia, informa Efe].
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