Aplastantes mayorías

La mayoría de los compromisarios interpretaron que con los 55 minutos de discurso de Álvarez Cascos terminaba la sesión de la mañana. El presidente del congreso, Alberto Ruiz Gallardón, tuvo que llamar al orden y recordar que el informe debía ser sometido a votación tras las intervenciones de los compromisarios. Sólo hubo una petición de palabra.El eurodiputado y ex ministro franquista Fernando Suárez consumió un turno para explicar su acuerdo con el 95% del informe que hace balance del trabajo y los resultados del partido desde 1990, pero también su discrepancia sobre la situación de Málaga, donde gobierna el partido una gestora, y otras provincias como Madrid, donde no se ha celebrado el congreso regional pese a haber transcurrido los tres años de mandato máximo de la dirección respectiva.

Francisco Álvarez Cascos replicó en tono de mitin que el partido no existe para ganar congresos sino elecciones y se preguntó si la dirección de Madrid no ha actuado con eficacia a la vista de los últimos éxitos electorales. El argumento resultó tan convincente para la inmensa mayoría que el Informe fue aprobado sin votos en contra y con sólo nueve abstenciones.

Aznar, exigente

El congreso se inició pasadas las 10 de la mañana con un saludo de José María Aznar y un minuto de silencio en memoria de quienes estuvieron en Sevilla hace tres años y han fallecido. Entre ellos figura Pío Cabanillas, miembro de la ejecutiva, en quien Aznar depositó una gran confianza personal.

Aznar declaró al llegar al Palacio de Exposiciones y Congresos de Madrid, junto al paseo de la Castellana, que la asamblea del PP fortalecerá la unidad interna y convertirá para siempre a su formación en un "partido de gobierno", lema del congreso. A los compromisarios les pidió que hagan un esfuerzo de trabajo y dedicación para no defraudar Ia esperanza que tienen depositada en nosotros millones de españoles".

Luego se votaron por aplastante mayoría los informes de cuentas y de la comisión de disciplina.

El representante navarro imprimió un tono preelectoral a su discurso y acusó a Felipe González de pretender envolverse en la bandera española en la próxima campaña electoral y de maquinar una alternativa del miedo para conseguir su reelección mediante amenazas.