Havel, elegido presidente checo tras una jornada de insultos de la ultraderecha
La elección del primer presidente por el Parlamento de la República Checa se convirtió ayer en un acto del teatro del absurdo de pésimo gusto. Quienes esperaban que la elección del gran favorito, el ex presidente checoslovaco y dramaturgo, Vaclav Havel, iba a ser cuestión de minutos quedaron estupefactos ante la avalancha de insultos y descalificaciones personales vertidas durante casi dos horas en su contra desde la filas de la extrema derecha. Havel no asistió a la sesión, en la que a primeras horas de la noche fue elegido presidente con el apoyo de 109 de los 194 parlamentarios.
Los 11 diputados de la ultraderechista Alianza por la República-Partido Republicano monopolizaron durante prácticamente un par de horas el podio, desde el que lanzaron ataques de todo tipo contra el símbolo de la revolución de terciopelo de 1989. Los 109 diputados de los cuatro partidos de la coalición gubernamental que propuso la candidatura de Havel no hicieron el más mínimo intento por rebatir la sarta de improperios lanzada contra el que fuera presidente de la Federación checoslovaca.Havel fue acusado por los republicanos de "traicionar y disolver Checoslovaquia con el fin de venderla a Alemania"; de "colaborar" con los comunistas y hacer posible que se integraran en el sistema democrático; de "pertenecer a una familia de millonarios"; de ser simpatizante del régimen nazi alemán durante la II Guerra Mundial, y de haber sido confidente de la policía del régimen comunista.
Los calificativos más suaves que utilizaron los republicanos para ofender a Václav Havel fueron los de "intelectual de izquierda", "dramaturgo mediocre" y de "megalómano". La petición de los comunistas checos y moravos para que los republicanos consideraran la importancia de la elección del primer presidente checo y se moderaran no sirvió para detener el torrente de descalificaciones lanzado contra el hombre que dimitió el pasado de julio de la presidencia, después de que los eslovacos proclamaran su soberanía.
Y por si esto no fuera suficiente para deslucir una sesión histórica, Miroslav Sladek, el líder de los republicanos y también candidato a la presidencia, y dos de sus guardaespaldas golpearon y encerraron en un baño del Parlamento a un fotográfo y a un diputado del partido del primer ministro Václav Klaus que había acudido en ayuda del informador.
Sólo el diputado democristiano Miroslav Vyborny plantó cara a los partidarios de Sladek en la cámara, cuando manifestó que no estaba dispuesto a participar en un mitin republicano. Su intervención puso fin a una situación que llenó de vergüenza e indignación a la mayoría de quienes siguieron el desarrollo de los sucesos en el Parlamento y en el país, al que se retransmitió el acto en directo por televisión.
Vyborny abandonó el hemiciclo seguido por la mayoría de los parlamentarios. Poco después, el presidente del Parlamento, Milan Uhde, impuso una pausa de media hora por motivos técnicos. Más tarde se supo que este descanso no fue en respuesta a la retirada masiva de los diputados, sino a consecuencia de dos amenazas de bomba.
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