La UEO, la 'bella durmiente' de Europa
La organización se traslada a Bruselas e intenta salir de un letargo de 38 años
La UEO (Unión de Europa Occidental) deberá ser el brazo armado de la Unión Europea y, a la vez, el pilar europeo de la Alianza Atlántica. Así lo acordaron los Doce en Maastricht el 11 de diciembre de 1991, que ordenaron también su traslado desde Londres a Bruselas para asegurar una mejor coordinación con la OTAN y con la CE. Aunque el tratado está todavía pendiente de ratificación por parte de daneses y británicos, la UEO ha cumplido con los plazos previstos y la pasada semana abrió las puertas de su nueva sede, en el mismo centro de la capital belga.
La UEO surgió en 1954, tras el fracaso de la Comunidad Europea de Defensa, rechazada por la Asamblea Nacional Francesa. El mayor mérito que puede anotarse en su cuenta en estos primeros años es su mediación en el contencioso franco-alemán sobre la región del Sarre y su papel como instrumento de diálogo entre la CE y el díscolo Reino Unido.La Iniciativa de Defensa Estratégica, decidida en 1983 por el presidente de EE UU, Ronald Reagan, sin consulta alguna a los aliados europeos, la crisis de los euromisiles con la aparición del fantasma de una retirada del paraguas nuclear norteamericano o la propia ampliación de la OTAN a países como España situaron a la UEO de nuevo en las mesas de debate sobre defensa a mediados de la década de los ochenta. La guerra del Golfo ha hecho el resto, y así, la UEO ha empezado a existir de verdad cuando los aliados europeos han necesitado una institución que les permitiera actuar "fuera de zona", cosa que hasta ahora no era posible con la OTAN, dedicada específicamente a la defensa atlántica.
La UEO se encargó, antes de la guerra del Golfo, de operaciones de desactivación de minas durante el conflicto entre Irán e Irak. A partir de 1990 garantizó la coordinación de la participación europea en los embargos contra Sadam Husein. Actualmente, es la UEO la que coordina la vigilancia naval en el Adriático para el mantenimiento del embargo de armas a los países balcánicos.
Todo esto, sin embargo, sabe a poco al pequeño, pero activo grupo de funcionarios que garantizan el funcionamiento de la U O. Durante los últimos seis meses, mientras ellos preparaban el traslado de Londres a Bruselas, en un clima de, incertidumbre sobre el futuro del Tratado de Maastricht, la OTAN empezaba a desperezarse y a intentar salir del aturdimiento consiguiente a la desaparición del íntimo enemigo soviético.
Rivalidad con la OTAN
La doctrina sobre la intervención "fuera de zona" por parte de la OTAN ha empezado a cambiar, en un gesto de clara competencia con la UEO. La Alianza está ya preparada para controlar y organizar la vigilancia aérea sobre Bosnia, destinada a asegurar la prohibición de sobrevuelos, una acción que en otras circunstancias hubiera sido perfectamente adecuada para la UEO.
La organización asegura que desea ser el puente entre la OTAN y la CE, pero a nadie se le escapa que esta tarea de comunicación también contará con dosis de rivalidad, posiblemente saludable. Si el Tratado de Maastricht es ratificado por el Reino Unido y Dinamarca y los Doce consiguen que la Unión Europea empiece a contar con un esbozo de política europea de seguridad común (PESC), la UEO empezará a andar y contará con muchas posibilidades de convertirse en la futura institución defensiva europea, en coordinación con la OTAN.
Por el contrario, si el tratado, naufraga o la PESC no supera el estadio de las teorías, la UEO puede regresar al letargo y los socios europeos deberán seguir apañándose como puedan, confiando en la benévola actitud del aliado norteamericano.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.