Cuidado con el perro
Un tenue goteo de accidentes mortales recuerda el lado salvaje del 'mejor amigo del hombre'
Nadie sabe exactamente lo que pasó, pero poco antes de la madrugada del pasado día 9, Lorenzo G. F., un niño de dos años que pasaba unos días en casa de sus tíos en la localidad madrileña de Villalba, fue atacado por un perro de la familia. Un mastín napolitano de apenas seis meses de edad acabó con su vida. Esta antigua raza de perros de guardería, recuperada hace unas décadas, y con escasa presencia en España, se distingue por su agresividad. Accidentes así por fortuna sumamente infrecuentes, ensombrecen la tradicional buena imagen del mejor amigo del hombre.
Nadie considera globalmente a los perros como animales peligrosos. Muy al contrario, son amados en todo el mundo desarrollado y el interés por ellos no deja de aumentar. En España, en concreto, asistimos desde hace unos años a una auténtica perromanía, que ha hecho crecer el censo de perros de raza en los hogares.Según Eduardo Benito, secretario de la Real Sociedad Canina Española, "se inscriben anualmente unos 45.000 nuevos perros con pedigrí. La cifra total en nuestro país rondará los 200.000 ejemplares". Si hablamos de perros en general, hay expertos que se atreven a arrojar la nada desdeñable cifra de tres millones de ejemplares, con el pastor alemán como máxima estrella.
Desde el célebre Rin Tin Tin, los pastores alemanes gozan de una credibilidad sin límites, que se ha hecho extensiva, con justicia, a muchos de sus congéneres. Sucesivas manipulaciones genéticas han permitido al hombre crear razas de perros que se adaptan a las funciones más diversas, la mayoría de gran utilidad. Surge así el fiel perro, ese cuya compañía proporciona felicidad, el que guía a los ciegos y rescata a las víctimas de terremotos; el que empieza a utilizarse en la readaptación de niños autistas o permite a la policía localizar drogas. Pero también el perro de pelea, o el perro de guardería, especialmente preparado para defender con patas y dientes aquello que su dueño le enseña a defender.
"Un animal de esas características tiene que mantenerse con unas garantías de seguridad", dice Julio Beberides, un experto en el adiestramiento de animales con destino al mundo del espectáculo. Especialmente si hay niños en las inmediaciones.
"Hay que desterrar el tópico de que el perro tiende a ser bueno con los niños. El niño es el mayor enemigo del perro. Su conducta es a menudo agresiva, y, en todo caso, su movilidad excita el instinto cazador del animal, que se lanza al juego con el cachorro humano. De ahí a verlo como presa no hay más que un paso". Eso opina Rafael Casado, un especialista canino, juez internacional en pruebas deportivas, que imparte cursillos de entrenamiento con perros para alumnos del Inem interesados en convertirse en guardas jurados.
Riesgos y esclavitudes
Según este experto, la afirmación es válida para todos los perros, cuando son cachorros, pero qué duda cabe que los riesgos que plantea un caniche poco tienen que ver con los que representan los doberman, los pastores alemanes o los mastines napolitanos, por citar sólo unos cuantos ejemplos.
Rafael Casado, de 42 años y padre de cuatro hijos entre los 10 meses y los 22 años, vive en casa con seis perros de distintas razas y edades, pero advierte: "Los perros están separados y jamás dejo a mis hijos pequeños que jueguen solos con los cachorros". Él no quiere pronunciarse sobre el suceso de Villalba, del que le faltan, dice, todos los datos, pero se indigna al recordar que lleva más de 20 años predicando en el desierto sobre los riesgos y esclavitudes que entraña cuidar un perro.
Casado es radicalmente contrario a la práctica usual de las familias de regalar perros a los niños, de los que a menudo se cansan en unos cuantos meses. El perro es, desde luego, un animal fantástico, y puede ser un encantador compañero de juego, "pero debe estar siempre al cuidado de un adulto, o de un chaval de 16 años para arriba. Es rescindible que el animal identifique a su dueño y que, cuando éste falte, haya una segunda persona que asuma la función. A los cachorros se les educa con el trato. Un trato de sentido común, de reñirle cuando hace algo mal y aplaudirle cuando lo hace bien, y de enseñarle cuál es su sitio".
Dicho todo esto, tanto Beberides como Casado insisten en que conviene recordar, por obvio que parezca, que los perros muerden. Y lo hacen por una serie de razones: "Primero, por lo que yo llamaría celos jerárquicos. El perro es un animal que actúa socialmente; su vida en la jauría está jerarquizada y, dentro de ese esquema, él ocupa una posición. Por eso, si llega una persona desconocida o que ocupa en a jerarquía una escala que él considera por debajo de la suya, y se toma confianzas con el amo, el animal puede atacarle".
Uno mejor que dos
"Segundo, en respuesta a dos instintos básicos de estos animales: el de caza y el de defensa. De unas razas a otras, estos instintos varían extraordinariamente. Pero ambos están presentes en todas".
Casado cree que a la hora de elegir un perro hay que tener muy presente dónde y cómo se vive y lo que se desea de ese perro; uno no puede dejarse llevar exclusivamente por la estética. "Yo diría que todo el que compra un perro necesita una orientación, pero aquí sólo te llaman para reconvertir perros con problemas y a menudo ya es imposible hacerlo". Y conviene recordar que sólo se les puede educar cuando se empieza desde muy joven con el cachorro.
"Como Konrad Lorenz reveló, el fenómeno de la impregnación, que permite a un animal que crece en un contexto distinto al de su especie adaptarse al nuevo medio, es especialmente evidente en los perros, que encuentran bastantes similitudes entre la organización de la jauría y la propia familia humana. Por eso hay que empezar desde muy temprano, y yo diría que lo más importante es lograr una buena adaptación del animal en la familia y fomentar su sociabilidad". Por cierto, en caso de no ser experto, Casado no recomienda que en las casas haya más de un perro. "No sólo dan más trabajo, sino que se vuelven mucho más incontrolables".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.