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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Los obstáculos de la Operación Somalia

SÓLO DESPUÉS de vencer enormes obstáculos, las 14 facciones somalíes reunidas en Addis Abeba la semana pasada se han puesto de acuerdo para convocar una "conferencia de la reconciliación", en la misma capital de Etiopía, el próximo 15 de marzo. Prueba de las dificultades encontradas ha sido la prolongación de la reunión de los dos días previstos a los cinco que fueron necesarios para encontrar una mínima base de acuerdo. En esa conferencia de la reconciliación se debatirán las condiciones para establecer un nuevo régimen político en Somalia con un amplio consenso. Pero el acuerdo sobre fecha y lugar no se extiende a la determinación de los grupos que serán convocados, lo que amenaza su celebración.En segundo lugar, las 14 facciones han decidido un alto el fuego y el cese de la propaganda hostil. Este alto el fuego tendrá que ser vigilado por las fuerzas internacionales (actualmente, de Estados Unidos y Francia; más tarde, una fuerza de la ONU) desplegadas en Somalia para garantizar la distribución de alimentos a las poblaciones hambrientas. Es evidente que si se cumpliesen los dos objetivos perfilados en Addis Abeba (reconciliación política y alto el fuego) habría motivos para el optimismo.

Sin embargo, las expectativas son dudosas: el jefe de la principal facción armada, el general Farah Aïdid, se ha opuesto a todas las propuestas encaminadas; a un desarme de los grupos, y mientras sigan pululando grupos armados, con una obediencia más o menos relativa a algún señor de la guerra, sigue el peligro de un retorno, a los combates de todos contra todos. La singularidad de la guerra de Somalia reside en que los enfrentamientos y saqueos provocados por las ambiciones de esos cabecillas se han convertido en una forma de vida para miles de jóvenes sin oficio ni beneficio. Con la llegada de los norteamericanos y franceses ha mejorado el reparto de los suministros a la población en las ciudades, pero no así en las zonas alejadas de los ejes de circulación, donde no han llegado soldados extranjeros. Por ello, las organizaciones humanitarias, como Unicef_se muestran escépticas respecto a los efectos de la operación militar.

Con vistas al futuro, es preocupante la insistencia de Bush en que los norteamericanos deben ser repatriados en breve plazo. En las condiciones presentes, si tal ocurriera y por mucho que en Addis Abeba haya habido palabras de paz, se volvería a la total inestabilidad anterior: choques entre facciones, robos de los suministros de los organismos humanitarios. Para que una fuerza de la ONU sustituya a las tropas que están sobre el terreno hace falta una nueva resolución del Consejo de Seguridad.

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La idea de que una parte de los cascos azules sean en este caso procedentes de países africanos y musulmanes parece sensata. Pero la salida de los soldados norteamericanos sin haber desarmado a las facciones significaría colocar a las fuerzas de la ONU que tengan que sustituirles en una situación dificilísima. Algunas de las facciones somalíes podrían incluso oponerse a su llegada, como ya ha apuntado el general Aïdid. Para que la Operación Somalia tenga un desarrollo conveniente, dos condiciones parecen esenciales: que los jefes somalíes cumplan lo que han pactado y que las armas de las facciones sean colocadas bajo control internacional.

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