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El presidente del Bundesbank enfría las expectativas de una bajada de tipos

Helmut Schlesinger, el presidente del Bundesbank, el banco central alemán, echó ayer un jarro de agua fría sobre quienes esperan que la Institución que dirige reduzca hoy los tipos de interés en Alemania. "El Bundesbank debe seguir dando prioridad en su política monetaria a limitar los riesgos inflaccionarios", dijo ayer. La entidad informó además que no habrá comunicado tras la reunión de hoy.

La mayoría de los expertos financieros consideran que la reducción no tendrá lugar, como mínimo, antes del mes de febrero, condicionada a que el Gobierno de Bonn consiga articular el "pacto de solidaridad" destinado a reducir el déficit presupuestario y financiar la reconstrucción de la antigua Alemania comunista.

Cuando desde el exterior -y desde el empresariado alemán- llega a Francfort una misma música, cada vez más fuerte, para que el Bundesbank reduzca sus tipos de interés, Schlesinger, en una reunión con industriales europeos en Oslo, se curó en salud recordando que la prioridad inmediata de la autoridad monetaria alemana es seguir luchando contra la inflación.

Control de la inflación

De hecho, pese al clamor internacional, casi nadie dudaba en Alemania de la imperturbabilidad de los tipos a corto plazo. Las razones son varias. La primera es la subida, a partir del primero de enero, de un punto en el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) para homologarse con el tipo medio comunitario, con un efecto inmediato sobre la inflación. Se calcula que, a finales de enero, podría situarse en torno a un 4,5% internanual, una cifra a todas luces insoportable para el Bundesbank.La segunda tiene más que ver con la volátil situación política del país y con el pozo sin fondo del coste del proceso de reunificación. Los expertos aseguran que solo cuando el Gobierno de Bonn haga el primer esfuerzo creíble para reducir su déficit presupuestario, podrá el Bundesbank reducir los tipos. Y esto significa que habrá que esperara que el canciller Helmut Kohl consiga sacar adelante el ya famoso y muchas veces retrasado "pacto de solidaridad".

A principios de otoño, el poderoso sindicato del metal, ofreció al Gobierno un pacto salarial por cuatro años en los que los salarios subirían únicamente el coste de la vida. Pero ahora Kohl insiste en que hay que recortar prestaciones sociales, lo que ha provocado una inmediata reacción en contra de los sindicatos y paralizado las conversaciones. La prueba de fuego, sin embargo, está a punto de llegar: la discusión del convenio del sector público. Si la ÖTV, el sindicato del sector público, no exige más allá que el coste de la vida, será una señal que el Bundesbank no podrá desdeñar.

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