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"Mejor uso le damos nosotros"

La UCIFA, tanto en su etapa bajo el mando del comandante Pindado -que se estrena en diciembre de 1990- como previamente, se ha visto implicada en un cúmulo de actuaciones fuera de la ley.El guardia Vicente Serrano afirma que, en un registro en 1989 en la calle Granada de Madrid, el cabo Félix Molina se quedó con una de las dos pistolas intervenidas y dejó unos 300 gramos de la cocaína incautada para el "fondo común" de pagos a confidentes. Ese mismo año, se echaron en falta unas 150.000 pesetas en otro registro. En otra ocasión, frente a la orden del juez de devolver todo el material incautado, "se trae un telefax, un ordenador IBM..." "Esto lo indicó el comandante Pindado directamente; dijo: 'traeros esas cosas para acá, que aquí nosotros hacemos mejor uso". También desaparecieron una decena de pantalones Liberto, chubasqueros... Incluso, según el comandante Pindado, el cabo Félix Molina exigió 200.000 pesetas para desprecintar mercancía requisada a un comerciante indio.

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En un registro en la plaza Beata María se recogieron 10 gramos de heroína. "Tengo la certeza de que esos 10 gramos fueron introducidos por alguien de los que asistimos al registro". En otra ocasión, una mujer investigada, al llegar a Barajas, echó una carta al buzón de Correos. Según varios agentes, por orden de Pindado se requisó toda la correspondencia que allí había pretextando que se investigaba una carta bomba. Se leyó y fotocopió su contenido, y se reintegraron a Correos. No se pidió permiso al juez.

"Operación por cojones"

Una de las operaciones menos dignas de pasar a los anales del cuerpo que desarticuló la cúpula de ETA se escribió en Pamplona a fines de 1988, cuando se investigaba a dos guardias civiles sobre los que la UCIFA no hallaba pruebas.

El teniente coronel Quintero indicó a los agentes investigadores que "la operación tenía que salir por cojones". Dos agentes, Antonio López Segura y Pedro Nieto, regresaron a Madrid. "En la UCIFA cogieron 25 gramos de hachís, una tableta de 250 gramos de hachís y una papelina de cocaína". El guardia Doroteo Gómez Porras relata que, por orden del cabo Félix Molina, introdujo 25 gramos de hachís y la papelina en el coche del guardia investigado, Pedro Macía, mientras otro agente colocó los otros 250 gramos de hachís en una maleta del otro funcionario. Con tales pruebas, ambos agentes ya pudieron ser detenidos. Quintero niega que autorizara tal irregularidad.

Dos guardias hicieron la ruta Madrid-Barcelona-Sevila con un confidente y dos kilos de heroína. En Sevilla, no hubo entrega ni detenciones. La droga, posteriormente, fue descubierta en el aeropuerto sevillano.

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