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El Olympia de París peligra por una operación inmobiliaria

La especulación amenaza a la mítica sala del 'music hall'

El Olympia, la mítica sala del music hall parisiense, está en peligro de desaparición debido a una operación inmobiliaria. La Société Générale, el banco propietario de la manzana de edificios en la que se halla el Olympia, quiere derribar todos los inmuebles que la ocupan actualmente y, conservando tan sólo las fachadas, construir 75.000 metros cuadrados de despachos y tiendas. El coste de la obra superará los 400 millones de francos (más de 8.400 millones de pesetas), pero el alquiler que se espera obtener del conjunto rondará los 180 millones de francos al año (unos 4.000 millones de pesetas), con lo cual la inversión quedaría amortizada en menos de tres años.

La Société Générale ha estudiado seis proyectos distintos respecto al Olympia, que van desde la desaparición pura y simple a la conservación museística, pasando por una gama de hipotéticas renovaciones. Para la ciudad, el local es un símbolo. Existe desde 1893; tiene, pues, 99 años. Se inauguró con La Goulue, la célebre musa de Toulouse-Lautrec, y tomó su nombre de un ballet de Loie Fuller. En él han actuado todos los mitos de la canción francesa, de Chevalier a Mistinguette, hasta que, a finales de los años veinte, con la llegada del sonoro, se transformó en cine. En 1952, el local es recuperado para el music hall, y en él se consagran figuras como Gilbert Becaud o Georges Brassens. Pero los grandes mitos franceses, como Edith Piaff, Yves Montand, Charles Aznavour o Charles Trenet, comparten cartel con los visitantes anglosajones (Bob Dylan, Rolling Stones, Beatles, Sydney Bechet, Pink Floyd) o con representantes, más o menos perseguidos, de las culturas mediterráneas (Raimon, Ouni Kalsouni o Lluís Llach).Los 5.000 metros cuadrados del Olympia, decorados en rojo y negro, son alquilados desde 1952 por la familia Coquatrix, que paga al año el equivalente a unos 130 millones de pesetas.

La Société Générale, que subvenciona el teatro del Chatelet, consagrado a la ópera y la música clásica, quisiera evitar un enfrentamiento con la profesión, sobre todo desde que 60 cantantes enviaron una carta al ministro de Cultura, Jack Lang, pidiéndole que interviniese para evitar que la piqueta acabe con el Olympia.

Entre los proyectos que se estudian figura el enterrar a 10 metros de profundidad, aprovechando la construcción de un aparcamiento, la actual sala, que descendería por debajo del nivel de la calle gracias a un complicado sistema hidráulico. La entrada y el vestíbulo seguirían estando en el número 28 del Boulevard des Capucines.

Lo cierto es que a nadie parece convenirle un enfrentamiento. Al banco, porque la Administración podría convertir el Olympia en un espacio protegido, tal y como hizo con el restaurante Fouquet's, complicando y encareciendo las obras. A los arrendatarios tampoco les interesa que un contrato vigente hasta el año 2007 en un local que es rentable sea rescindido.

Para los cantantes y artistas en general, al margen de una necesaria ampliación del escenario, lo mejor sería que todo continuase como hasta ahora y que el cierre parcial del Olympia no superase los tres meses.

Por último, para la Société Générale, el único sistema real de librarse del embarazoso teatro y lograr que se olvide pasa por cerrarlo, por dejar que la ley, que "protege los lugares, pero no la vida de los mismos", acabe reconociendo que el Olympia ya sólo es un almacén polvoriento. Para eso hacen falta años. La opción es arriesgada.

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