Ni la familia se debilita ni la jornada laboral se acorta
Un equipo de sociólogos norteamericanos desmiente tópicos sobre los países desarrollados
En los últimos años se ha instalado en los medios de comunicación una serie de tópicos sobre las sociedades desarrolladas, mantiene un equipo de sociólogos de Canadá, EE UU, Francia, Alemania y España -el Grupo de Quebec, formado en 1986-, que ahora está dispuesto a desbaratar o por lo menos a poner en entredicho. Por ejemplo, la modernización no acaba con la fuerza de la familia, y no está tan claro que la jornada laboral disminuya.
Los primeros resultados son sorprendentes -esta semana se presentaron en Madrid- Está claro que con el desarrollo se va reduciendo el tamaño de la familia, pero Howard Balir, sociólogo de la Brigham Young University (EE UU), matiza: "No hay pruebas claras de que la modernización afecte a las relaciones familiares. Se siguen manteniendo niveles altos y estables de contacto familiar y cuidado de sus mayores". Inés Alberdi, del Centro de Investigaciones Sociológicas, incide en lo mismo: "Se ha opinado con ligereza que la familia va perdiendo importancia. No es verdad, y menos en España. Se mantiene la fuerza de la red familiar e intergeneracional. Es muy importante como apoyo anímico; y últimamente, una de las relaciones más claras es la de los abuelos que cuidan de los nietos, mientras los padres van atrabajar". Alberdi señala que varias encuestas recientes destacan que el valor más reconocido por los españoles es la familia, muy por encima del trabajo, y con el doble de puntos que los amigos.Estas conclusiones parecen contradecir tantas imágenes y reportajes sobre la soledad de los ancianos. "Es verdad que está cambiando la estructura familiar", sigue Alberdi. "Se tiende a mantener más la propia residencia; antes era muy normal, por ejemplo, que una mujer, al quedarse viuda, pasara automáticamente a vivir con sus hijos o hermanos. Ahora se tiende a mantener más la propia intimidad; pero eso no significa que haya una merma de las relaciones con los parientes". Alberdi se plantea una duda con vistas al futuro en la sociedad española: "Ahora son las mujeres, por su tradicional disponibilidad de tiempo y dedicación a la casa, las que siguen canalizando esa ayuda intergeneracional; pero con la incorporación masiva de la mujer al mercado laboral -entre mujeres de 30 años hay en España una tasa de actividad fuera de casa ya muy similar al entorno,europeo-, ¿qué va a pasar dentro de unos años? Habrá que ver si el hombre está dispuesto a aceptar ese nuevo rol".
El Grupo de Quebec, del que forma parte un equipo español de 30 catedráticos y profesores universitarios dirigidos por Salustiano del Campo y patrocinados por la Fundación BBV, analiza la evolución de las sociedades de los, cinco países a lo largo de las tres últimas décadas. La monografía española será publicada en la próxima primavera.
Producción casera
Wolfgang Glatzer, profesor de Sociología de la Universidad de Francfort (Alemania), tampoco ve tan claro otro sambenito que se les ha colgado a las sociedades industrializadas: la producción doméstica cada vez es menos importante. "A primera vista", dice, "esta producción parece un atributo de las sociedades preindustriales. Sin embargo, es un reto afirmar que las sociedades modernas están caracterizadas por una gran cantidad de producción casera".María Ángeles Durán, profesora de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, precisa más: "No es verdad que se esté acortando la jornada de trabajo en las sociedades desarrolladas. Lo que pasa es que se están manejando unos indicadores económicos muy sesgados, que quizá permitan cola evolución de un mercado, pero no la de una sociedad. Hay que contar el tiempo empleado en los desplazamientos hasta el lugar de trabajo, el tiempo dedicado a la formación para mejorar el trabajo y las gestiones relacionadas con su puesto laboral. Si lo sumamos, vemos que la jornada de trabajo ha crecido".
Y cuenta que los sondeos que ha realizado para el Centro de Investigaciones sobre la Realidad Social (CIRES) han concluido que hasta dos tercios del trabajo es trabajo no remunerado.
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