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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Delors habla claro

LA CUMBRE de Edimburgo se inicia hoy en un clima de gran preocupación. Están sobre el tapete aspectos decisivos para el porvenir de la Unión Europea y no se han producido acercamientos sensibles entre las dispares posiciones de los principales participantes. El caso danés y el presupuesto de la Comunidad Europea (CE) son los dos temas decisivos de los cuales va a depender que la cumbre sea o no un fracaso. Respecto a Dinamarca existe el peligro de que la declaración pedida por este país para aclarar el alcance de Maastricht se convierta en un texto negando contenidos esenciales del tratado. Ello equivaldría a meter una bomba de relojería en las estructuras de la Unión Europea. En cuanto al Reino Unido, mientras aplaza a 1993 su ratificación de Maastricht, propugna un presupuesto que dejaría los fondos de cohesión reducidos a unas proporciones inaceptables no ya para España, sino para los países que desean de verdad que la Unión Europea se ponga en marcha.El presidente González ha llegado a Edimburgo con espíritu de conciliación, deseoso de lograr compromisos que permitan salvar la cumbre. Esta actitud es compartida por otros jefes de Estado y de Gobierno. Pero no es posible cerrar los ojos ante el hecho de que la cumbre se presenta con obstáculos particularmente profundos. Por ello mismo, las declaraciones que Jacques Delors hizo en vísperas de Edimburgo han sido muy oportunas, aunque hayan sentado muy mal en Londres. En el fondo, sus palabras son muy sencillas, enuncian algo que es evidente, pero que nunca se dice: si algunas naciones no quieren la Unión Europea, ésta será realizada por los países que la deseen. Es obvio que la advertencia va dirigida al Reino Unido y a Dinamarca. En Edimburgo habrá un gran esfuerzo por llegar a un acuerdo entre los Doce y para permitir que el Tratado de Maastricht sea ratificado y aplicado por todos. Pero si llega un momento en que tal posibilidad se cierra, no sería el fin de las esperanzas en la Unión Europea. Nada impediría a los países que quieren la unión seguir adelante por su cuenta. Fórmulas jurídicas para ello son fáciles de encontrar.

El hecho de que Delors haya hecho estas declaraciones en vísperas de Edimburgo subraya el carácter particularmente difícil de la cumbre que se inaugura hoy. Incluso si se logra un acuerdo a 12 -la hipótesis más factible-, las declaraciones de Delors no habrán sido inútiles. Sus palabras pueden ayudar a flexibilizar las posiciones intransigentes.

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