Van Gogh
El pasado 21 de noviembre aparecía en su diario una noticia referida al hallazgo, por parte de un tendero italiano, de seis dibujos inéditos realizados, presuntamente, por Vincent van Gogh. Los análisis estilísticos de los expertos no han logrado confirmar la autenticidad, y es probable que haya que recurrir a las pruebas técnicas de preparación y edad del papel y de la tinta.En cualquier caso, esto no es la primera vez que ocurre. Hace pocos años, Ken Wilkie (periodista y biógrafo de Van Gogh) encontró en el fondo de una vieja caja de cartón (que contenía fotografías de la época) el boceto de la casa de los Loyer, realizado por Van Gogh en Londres (1873).
La escasa valoración que inicialmente se dio a las obras del artista explica la ignominia cometida con algunas de sus pinturas. Se sabe, por ejemplo, que el carpintero de Breda vendió algunas de ellas a un trapero, o que la tela del retrato del doctor Rey permaneció durante años en un granero tapando el agujero de un gallinero. Es, pues, muy probable que aún puedan hallarse obras del pintor abandonadas en tierras holandesas o en el sur de Francia. Cuando, en las primeras décadas del presente siglo, los entendidos y marchantes de arte se percataban de la genialidad de la pintura del holandés, un acontecimiento histórico se convierte, de nuevo, en el designio fatal para algunas de sus obras: con motivo de la llegada de los alemanes a Amberes en 1914, hubo familias holandesas que, ante la inminente salida de la ciudad, se vieron obligadas a enterrar cuadros de Van Gogh en los jardines de sus casas (junto a otros objetos de valor).
Se cree que en la antigua zona de Hollandstraat, de Amberes, es donde pueden estar enterradas algunas de las pinturas que Vincent cita en sus cartas. Solamente advertir que quienes vayan allí con el pico y la pala dispuestos a hacerse millonarios se llevarán una desagradable sorpresa: en esas antiguas parcelas (antaño ajardinadas) hace tiempo que se levantaron sólidos edificios de hormigón. Burla que el destino depara a quienes pretendan las excepcionales telas de aquel pelirrojo, ignorado y enfermo, que vivió -por y para el color- en la más absoluta miseria.-
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