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Yeltsin evita por sólo cuatro votos que el Parlamento, le arrebate gran parte de su poder

El presidente ruso, Borís Yeltsin, puede respirar con cierto alivio: las enmiendas constitucionales que permitían al Parlamento controlar la designación de los principales ministros y que mermaban seriamente los poderes del jefe de Estado no lograron los dos tercios necesarios para ser aprobadas. Sin embargo, el triunfo de Yeltsin estuvo lejos de ser completo: algunas modificaciones, aunque menos importantes, fueron aprobadas, y el Congreso adoptó una resolución sobre la reforma económica en la cual se califica de "Insatisfactoria" la actividad ded Gobierno, lo que prácticamente equivale a un voto de censura.

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En busca de un primer ministro

La votación sobre las enmiendas a la Constitución fue realmente dramática: a los parlamentaristas les faltaron sólo 4 votos para ganar la batalla. El éxito de los partidarios de Yeltsin al bloquear las enmiendas significa, de hecho, que el sistema presidencial se ha salvado y, con él, las reformas. Supone además una derrota personal del jefe del Legislativo ruso, Ruslán Jasbulátov, que se enfrentó abiertamente a Yeltsin con la esperanza de convertirse en el principal personaje de la política rusa.La votación ha debilitado la ley de Gobierno, que no podía entrar en vigor totalmente hasta que no se modificara la Constitución, pues los artículos que daban más poderes al Parlamento entraban en contradicción con ella. Ahora se mantiene el actual procedimiento para formar el Gobierno: el presidente presenta un candidato a primer ministro que debe ser aprobado por el Parlamento; el resto de los miembros del Gabinete no necesita el visto bueno de los diputados. Si el candidato a primer ministro es rechazado, el presidente puede presentarlo cuantas veces quiera (la Constitución no pone ningún límite) o, simplemente, nombrarlo primer ministro en funciones.

Esto significa que el presidente puede mantener el Gabinete encabezado por Yegor Gaidar. El problema está en saber si el mismo Galdar querrá seguir siendo primer ministro después de la resolución que se aprobó ayer sobre la reforma económica.

El texto adoptado por el Congreso califica de insatisfactoria la actividad del Gobierno -algo que ya había hecho el Parlamento- y sostiene que "las formas y métodos de realización" de esta reforma "no corresponden a los intereses de la mayoría de los ciudadanos y han tenido consecuencias socioeconómicas negativas".

La resolución exige la indización de los salarios, introduce modificaciones en el programa de privatización, regula la tasa de cambio del rublo e impone el control parlamentario sobre los créditos extranjeros, cosas que Gaidar difícilmente puede aceptar.

Siempre queda el recurso de ignorar la resolución y esperar un voto de censura en regla por parte del Parlamento o del próximo Congreso de Diputados, que, como se acordó ayer, se celebrará en abril del próximo año.

Las enmiendas constitucionales aprobadas en la votación secreta que transcurrió a lo largo de la mañana de ayer impiden al Ejecutivo crear, reorganizar e, liquidar ministerios, comités estatales y otras instituciones de la Federación Rusa sin el acuerdo del Parlamento. Además, ahora el Gobierno responderá ante el "Congreso de los Diputados del Pueblo, el. Sóviet Supremo y el presidente de la Federación Rusa", mientras que anteriormente respondía sólo ante el presidente. Pero el carácter de esta enmienda es meramente declarativo y no tiene consecuencias prácticas.

Por último, también se aprobó la libre compraventa de la tierra, siempre y cuando no se cambie la función que ésta tenía. De lo contrario, la tierra puede ser vendida sólo después de diez años (si se ha recibido gratis) o de cinco (si ha sido comprada). Esta modificación permitirá no celebrar el plebiscito que exigían las fuerzas democráticas y para el que ya habían reunido la cantidad de firmas que exige la ley.

Los diputados también escucharon ayer, a puerta cerrada, el informe del ministro de Defensa, Pável Grachov, sobre la política militar rusa y la situación en el Ejército. Grachov habló sobre la reorganización de los distritos militares -el peligro principal ya no está en la frontera occidental, sino en la caucásica- y dio a entender que no apoyaría el establecimiento de la administración presidencial directa. Interrogado sobre si era verdad que el viernes se hubiera entrevistado con Yeltsin y -que éste le hubiera pedido apoyo para introducir el estado de excepción, Grachov dijo que no permitirá "ninguna movilización extraordinaria".

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