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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Fe y democracia

EL GOBIERNO de Argelia parece dispuesto a dar unavuelta más de tuerca en su enfrentamiento con el integrismo del Frente Islámico de Salvación (FIS). Ha decretado la disolución de las organizaciones obreras, de las asociaciones benéficas y de los ayuntamientos y gobiernos provinciales controlados por los integristas. En el ámbito diplomático, Argel trata de coordinar su política represiva con la de El Cairo para crear una especie de frente internacional contra el integrismo violento apoyado por Irán. r

Ciertamente, Egipto es uno de los más recientes e insospechados casos en los que la marea integrista se impone cotidianamente frente a la tolerancia o la occidentalización de sus costumbres. El régimen del presidente Mubarak no ha mostrado mano blanda ni dubitativa a la hora de reprimir dicho movimiento. Pese a ello, el número de ataques a los turistas extranjeros, que cuentan ya con sus primeras víctimas, es de una periodicidad muy preocupante.

Nasser reprimió salvajemente en los años cincuenta a la principal fuerza política que representa al integrismo islámico en el mundo árabe suní: la Hermandad Musulmana. Su sucesor, Sadat, quiso, por el contrario, jugar la carta de una cierta liberalización a favor del elemento religioso, y el propio Mubarak ha oscilado entre el guiño y la represión, permitiendo en una fase anterior de su mandato la presentación de candidatos de reconocida adscripción islámica en alguno de sus experimentos electorales controlados. Nada de todo ello, ni la represión ni la tolerancia vergonzante, parece resolver un problema que no cesa de agravarse en la misma medida en que la evolución política del mundo árabe parece inmune al torrente democratizador que ha desencadenado el fin del comunismo soviético.

Una posible respuesta sería la de conjugar el respeto a las urnas lo que en Argelia, ciertamente, no se cumplió cuando el FIS obtuvo su victoria electoral- con el respeto al marco constitucional en que se desarrolla la contienda electoral (lo que tampoco cumplían las reivindicaciones del FIS). Eso y una actitud diferente por parte del mundo desarrollado. Un verdadero progreso en las negociaciones árabe-israelíes; una actitud de diálogo de la Comunidad Europea, que se ocupara tanto de economía como de emigración; una renovación del interés estratégico, con todas sus consecuencias de ayuda material, que Estados Unidos sentía por la zona cuando existía la Unión Soviética. Son, todos ellos, factores que pueden aportar a las relaciones con los países árabes un sentido mucho más alentador.

Es cierto que no son éstos los mejores momentos para una CE abarrotada de problemas internos, con Estados Unidos en una fase de introspección y replanteamiento propios y un Israel tan parsimonioso como siempre en la búsqueda de la paz. Por todo ello, el integrismo seguirá creciendo en África del norte. La cuestión es si se prefiere saberlo, apoyando un respetuoso proceso democratizador en el mundo árabe, o ignorarlo, respaldando con el silencio una política de simple represión.

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