El diablo se llama Apo
En uno de los numerosos controles del Ejército turco, a pocos kilómetros de Silopi, uno de los soldados que inspeccionan mi ordenador descubre en la bolsa de viaje una carpeta con documentación sobre la cuestión kurda. Las siglas del PKK que aparecen en algunos textos desata su interés, que se traduce inmediatamente en una llamada a sus superiores. A los cinco minutos llega un oficial de cara de perro que ojea los papeles como si acabase de descubrir el escondrijo de la plana mayor del PKK. Tras varias idas y venidas y una nueva inspección de mis pertenencias, el voficial me ordena subir a su vehículo junto a dos soldados. En el cuartel de Silopi, el comandante, que chapurrea algunas palabras en francés, acierta a comprender algo de lo que se dice del PKK en los recortes de prensa francesa. "No problem, no problem", responde a mi exigencia reiterada de explicaciones.ParanoiaLa situación se enrarece cuando aparecen en la estancia dos individuos de paisano, que se abalanzan literalmente sobre la carpeta. Inspeccionan con lupa papel por papel. Después, el ordenador, el magnetófono, la radio, un mapa de Turquía, las agendas y blocs de notas. Cada vez- que descubren las siglas PKK o el nombre de Abdulá Ocalan (Apo), se encienden sus ojos como si vieran al diablo. La paranoia alcanza su punto culminante cuando aparece un ejemplar del National Geographic que contiene un reportaje sobre los kurdos. Todo porque reproduce dos fotos de una manifestación de seguidores del PKK en Líbano y de Apo abrazado por sus fieles. De nada sirven las explicaciones de que es una revista legal que nada tiene que ver conmigo. Allí salen Apo y PKK. Y las preguntas: "¿Dónde ha estado en el norte de Irak? ¿Qué ha ido a hacer allí? ¿Ha visto a alguien del PKK? ¿A Osman Ocalañ [hermano de Apo]? ¿Ha estado en alguna de sus bases?" El mayor de los dos individuos de paisano -más tarde me confirman que son miembros de los servicios de espionaje militar- abandona el despacho con toda la documentación. Regresa más tarde y empiezan las discusiones entre los agentes, cada vez más nerviosos, y el comandante. No hay duda, pienso, de que creen haber hecho un gran descubrimiento.Finalmente, ignoro por qué razón, deciden dejarme marchar. A cambio se quedan con todos los papeles que consideran sospechosos: un artículo que se titula La Intifada kurda, otro que contiene un mapa de los territorios habitados por kurdos. "Esto es Turquía y no Kurdistán, como aquí está dibujado. Kurdistán no existe", grita el militar de paisano; o un reportaje en el que aparece varias veces la palabra Apo. La retención había durado tres horas. Recientemente, un periodista alemán que estuvo en un campamento del PKK, en el sureste de Turquía, fue detenido en un control similar y pasó varios días en poder del Ejército turco. Otros reporteros extranjeros han sido víctimas de la hospitalidad de los militares turcos.
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