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Yeltsin veta la ley sobre el Gobierno ruso

Pilar Bonet

El presidente ruso, Borís Yeltsin, utilizó ayer su derecho de veto contra la ley sobre el Gobierno aprobada hace dos semanas por el Parlamento. Yeltsin declaró anoche que "la ley no cumple sus objetivos porque considera el Gobierno como un simple apéndice del Sóviet Supremo [el macroparlamento]". El texto será enviado de nuevo al Parlamento para su "reexamen".

El Sóviet Supremo recordó el viernes al presidente que debe someter la candidatura del jefe del Gobierno a la aprobación del Congreso, y el mismo día Yeltsin rechazó la ley sobre el Gobierno. En su redacción actual, esta ley daría al Sóviet Supremo el control sobre el Ejecutivo, de ser aprobada por el Congreso tras las enmiendas constitucionales que su promulgación exigiría.En una carta remitida al presidente del Parlamento, Ruslán Jasbulátov, Yeltsin asegura que, en su actual redacción, la "ley entra en contradicción directa con la constitución rusa".

Poco antes, Yeltsin se declaró dispuesto a "parar como sea" el "peligro real de fascismo" que, según él, existe hoy en su país, y anunció su intención de "ampliar la base social, política y ciudadana" de las reformas económicas.

Yeltsin intervino ante un foro de intelectuales rusos en busca de apoyo para los retos que le esperan la semana próxima, cuando se reúna el Congreso de los Diputados de Rusia, que debe decidir sobre la prolongación de los poderes extraordinarios concedidos al presidente en otoño de 1991.

"Caldo de cultivo"

La crisis actual es un "caldo de cultivo" para la aparición de "los herederos de la ideología comunista, el nacionalismo y el fascismo, en sus peores manifestaciones", manifestó Yeltsin, cuyas palabras fueron apoyadas por otros oradores que creían ver paralelismos inquietantes entre la situación de Rusia hoy y la Alemania de entreguerras.El presidente lamentó la división y el enfrentamiento que hoy reinan entre quienes defendieron juntos la democracia durante el intento de golpe de Estado de agosto de 1991 y reconoció haber hecho concesiones a sus adversarios políticos. "Son concesiones tácticas, pero no estratégicas, y no se ha entregado ninguna posición fundamental", aclaró.

Los cambios personales que se han producido en las altas esferas del poder no son una desviación del rumbo emprendido, ni un intento de consolidar un poder dictatorial ni una traición, sino "una acción meditada", según afirmó Yeltsin, que reiteró su propósito de "conservar", y no destruir, el equipo gubernamental cuestionado por el grupo de oposición Unión Cívica.

"El apaciguamiento del agresor es la peor de las políticas", exclamó el jefe del Gobierno en funciones, Yegor Gaidar. Este político, que se dirigía también al foro de los intelectuales, parecía hablar directamente a Yeltsin cuando rechazó "cualquier manifestación de debilidad, cualquier compromiso que exceda los límites compatibles con la lógica y el rumbo de las reformas".

El cese de Gaidar y la disolución del equipo gubernamental es una de las metas de la oposición que bloquea la reforma en el Sóviet Supremo y que puede prevalecer en el superparlamento ruso.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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