Miles de personas piden en Madrid que el racismo que "invade Europa"` no eche raíces en España
Desde el presidente de la comunidad, Joaquín Leguina (PSOE), y el alcalde, José María Alvarez del Manzano (PP), hasta inmigrantes ilegales, pasando por monjas de varias órdenes: miles de personas -12.000 según la Policía Nacional- se manifestaron ayer "contra el racismo y la xenofobia". Fue la respuesta de la ciudad de Madrid al asesinato, el pasado día 13, de la dominicana Lucrecia Pérez. En el comunicado que leyó el pintor Genovés al final de la marcha se alertó contra "la ola de racismo que invade Europa, que no puede echar raíces en España".
El alcalde recibió abucheos, extensivos al resto de la cabecera política, por parte de un grupo de inmigrantes al que se sumaron otros ciudadanos.La manifestación comenzó, poco después de las 12 de la mañana en la calle de Princesa, a la altura del cruce con la calle Alberto Aguilera. Estaba convocada por partidos políticos, sindicatos, asociaciones de inmigrantes y otros grupos sociales. La Policía Nacional cifró en 12.000 el número de asistentes. Los organizadores no dieron cifras.
En la cabecera, sujetando la pancarta, se dio cita una representación de todo el espectro político madrileño. Apenas quedaba hueco para los inmigrantes. Allí estaban, entre otros, el presidente Joaquín Leguina y el portavoz en el Ayuntamiento, Juan Barranco, ambos del PSOE.
La representación del Partido Popular fue nutrida: el alcalde, José María Álvarez del Manzano; el portavoz en el Congreso, Rodrigo Rato; el portavoz en la Asamblea de Madrid, José María Ruiz-Gallardón; y el presidente provincial Luis Eduardo Cortés. El alcalde desmintió la presencia del concejal de Centro, Angel Matanzo, contra quien se escucharon algunos gritos insultantes.
De Izquierda Unida estuvieron, marcando las distancias, el secretario general del PCE, Julio Anguita, y los diputados Nicolás Sartorius y Cristina Almeida, entre otros. La representación sindical corrió a cargo de los dirigentes de CC OO, Marcelino Camacho y Antonio Gutiérrez, y de UGT, Apolinar Rodríguez y Antxón Saracíbar. También acudió el presidente del CDS, Rafael Calvo Ortega. Mezclados entre el público, de toda edad y condición, estaban el ministro de Educación, Alfredo Pérez Rubalcaba, y el escritor portugués José Saramago.
"Políticos a la cola"
La clase política madrileña copó la cabecera, en la que apenas había otros inmigrantes que un pequeño grupo de senegaleses y un par de dominicanos. Para corregir esta situación, un grupo de guineanos se hicieron un hueco y lanzaron abucheos contra el alcalde.
Un guardaespaldas de Álvarez del Manzano acudió raudo y con malos modos al lateral de donde venía el bullicio. Entonces, la protesta creció. "Fuera, fuera", "políticos a la cola", "hipócritas" fueron algunos de los gritos lanzados.
El alcalde no se incomodó: "No he oído nada. No sé si los gritos iban contra los políticos en general o contra el alcalde", dijo. Poco después llegó a la cabecera María Méndez, tía de la dominicana asesinada. Joaquín Leguina le cedió su sitio.
El grueso de la marcha estuvo formado por ciudadanos españoles e inmigrantes. Un gran globo terráqueo, montado sobre un camión, pedía más ayuda a los países pobres. Las asociaciones de extranjeros, sobre todo dominicanos y marroquíes, también hicieron acto de presencia. No faltaron tampoco los gitanos, con una pancarta contra el racismo.
"Amigos españoles, no nos dejéis solos con la minoría racista y la discriminatoria Ley de Extanjería", se leía en la pancarta del grupo marroquí Atime.
No era la única de este cariz. Numerosos grupos aprovecharon la manifestación para protestar contra esta norma legal. "Ley de Extranjería, cuna del racismo", decía otro cartel.
La marcha discurrió por la calle de la Princesa con lentitud y deficiente servicio de orden. Poco después de la una de la tarde, el pintor Juan Genovés leyó el comunicado final de la marcha desde una tribuna instalada en la plaza de España.
El artista pidió denunciar y combatir la xenofobia, como una actitud solidaria y democrática. Se refirió también a "la angustia" que ha generado el asesinato de Lucrecia Pérez, ocurrido en la semidestruida discoteca Four Roses, en el barrio madrileño de Aravaca, cuando cuatro encapuchados dispararon contra un grupo de dominicanos.
"Tanto si la mano criminal procede de la camada negra del fascismo, de los hijos del odio y de la intolerancia, como si ha sido víctima de las mafias descarnadas que trafican con la necesidad y la miseria de los desheredados, Lucrecia Pérez habrá muerto por ser una emigrante pobre de un país pobre, por haber intentado buscar un lugar donde trabajar y vivir más dignamente", señaló el pintor.
Genovés, que recordó el pasado emigrante de España, reivindicó el derecho a la dignidad de todas las personas. "Es monstruoso atribuir todos los males y perversiones, globalizándolos, a minorías étnicas o colectivos diferenciados cuyas condiciones de vida están marcadas ya, previamente, por el envilecimiento y la marginación a que se ven sometidos, como fruto de la intolerancia o el rechazo", añadió.
Al terminar formalmente el acto, sobre las 13.15, los miembros de la cabecera valoraban muy positivamente la manifestación. "Estas cosas no son inútiles", decía Joaquín Leguina. Con él coincidía Ruiz-Gallardón al elogiar la unidad de acción.
Ley de Extranjería
Tras el final oficial un centenar de jóvenes siguió ocupando durante una hora la calle de Princesa. Gritaron contra el concejal Matanzo y, sobre todo, contra la Ley de Extranjería. "Español o extranjera, es la misma clase obrera% advertían. Los lemas surgían sobre la marcha: "González, Corcuera, los dos a la patera" y también: "Si hay racismo, mañana habrá fascismo".
Paralelamente a la manifestación de Madrid, ayer se celebraron en España otros dos relevantes actos de protesta contra el racismo. En Pamplona, una manifestación reunió a 7.000 personas, que corearon lemas como "La ley de Extranjería es una porquería". En Córdoba, más de un centenar de personas salieron a la calle para protestar por el asesinato de Lucrecia Pérez.
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