El asesinato de Lucrecia Pérez

No podemos quedarnos en silencio. Si callamos nosotros, la muerte se hará dueña del discurso. El asesinato de Lucrecia Pérez es un aldabonazo sangrante a nuestras conciencias, cada vez más incómodas. Porque sí, en España no somos racistas, pero... siempre hay un pero. Y en este pero cabe, sin apurar demasiado, la justificación e incluso el apoyo de actos de barbarie inhumana como el que acaba de hacer temblar nuestro suelo social.Y lo más espeluznante es que se llegue a relacionar la difícil situación económica que vivimos hoy en España con acciones xenófobas de este tipo. Espeluznante, porque con ello cometemos el crimen de alentar la violencia potencial de amplios sectores de población, indoctrinándolos abiertamente hacia una oposición visceral a toda injerencia de lo extraño.

En una Europa donde las fronteras están desapareciendo no nos queda otro camino que el de abrirnos a una integración solidaria de las culturas y los pueblos. Negarnos a esto es precipitarnos al suicidio colectivo.

Como universitarios, queremos unir nuestra voz a la de tanta gente que hoy sigue consternada por este despunte de tragedia. No tenemos ningún pero que poner.-