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Los últimos escandalos abren una sima entre Mitterrand y su partido

El Gobierno socialista francés escapará a la moción de censura que, en protesta por el proyecto de presupuestos para 1993, presentó ayer la oposición de derecha. Magro consuelo para un Gabinete gafe, aislado e impopular como pocos en la reciente historia de Francia. A cuatro meses de unas elecciones legislativas que dan por perdidas, los socialistas, entre escándalo y escándalo, se desayunan cada día con la convicción de que lo peor está aún por venir. Hasta el presidente de la República, François Mitterrand, su patriarca, les da la espalda.

Laurent Fabius puede terminar siendo el chivo expiatorio del resentimiento acumulado contra los socialistas durante los 11 años en que han sido la fuerza hegemónica en la sociedad francesa. En las dos últimas semanas, la posibilidad de que Fabius sea juzgado por el Alto Tribunal de Justicia ha ido ganando peso hasta terminar convirtiéndose en algo aceptado con fatalismo por el propio ex primer ministro y actual primer secretario del Partido Socialista francés (PS).La joven, rica, culta y triunfal promesa del PS, el ahijado político del presidente Mitterrand, el "niño mimado de la izquierda", como todavía le llamaba hace unos meses Le Monde, no ha logrado escapar al escándalo de las transfusiones de sangre contaminada con sida realizadas por la sanidad pública francesa en el periodo en que él era primer ministro. El pasado martes, el Senado aceptó a trámite la acusación de homicidio involuntario presentada contra Fabius por 63 parlamentarios de la derecha.

A Fabius le resultó imposible evitar la picota desde que, hace 10 días, Mitterrand dio luz verde para la comparecencia ante el alto tribunal de su ex primer ministro. Este gesto delpresidente fue interpretado como una traición por el PS, la formación política que él mismo fundó en 1971.

La respuesta de los socialistas ha consistido en denunciar el homenaje rendido por Mitterrand al mariscal Pétain el pasado día 11. Ese día, Mitterrand colocó un ramo de flores en la tumba del militar que, tras simbolizar en la Primera Guerra Mundial la resistencia francesa a los alemanes, se convirtió, en la segunda, en el promotor de la colaboración con los ocupantes nazis y en el avalista de las persecuciones sufridas en Francia por los judíos.

Sorpresa y dolor

Los dirigentes del PS han expresado su "sorpresa, dolor e indignación" por el gesto de Mitterrand. El presidente se defiende distinguiendo entre el Pétain vencedor de los alemanes en Verdún -objeto, dice, de su homenaje- y el Pétain colaboracionista de los primeros años cuarenta, que él también condena.Estos graves enfrentamientos entre el presidente y el PS confirman que uno y otro tienen ahora intereses muy diferentes. Pese a su cáncer de próstata, Mitterrand se prepara para prolongar lo máximo posible su estancia en el Elíseo, aunque para ello tenga que soportar una segunda cohabitación con un Gobierno de derechas a partir de las legislativas del próximo marzo. Convencido de que los socialistas ya sólo son un lastre para él, Mitterrand prefiere contar con sus propias fuerzas y con su arma favorita: sembrar la confusión en el campo contrario. De ahí su reciente propuesta de reforma constitucional.

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Los socialistas, por su parte, están convencidos de que la personalidad de un Mitterrand viejo y maniobrero es una de las grandes causas de su impopularidad colectiva. Apostando por el cambio, el PS marcha detrás de las banderas de Michel Rocard y Jacques Delors, dos hombres apreciados por los franceses a causa de su franqueza y honestidad.

Deseosos de terminar de una vez por todas, y si es posible al mismo tiempo, con Mitterrand y con el PS, los partidos de centro y derecha no desaprovechan ocasión para disparar su artillería pesada contra el poder socialista. Ayer presentaron una nueva moción de censura contra el Gobierno dirigido por Pierre Bérégovoy. Será votada el próximo lunes y tiene escasas posibilidades de prosperar, dado que los comunistas no la apoyarán. Pero, un día más, los socialistas sudarán tinta.

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