El líder de la oposición danesa se asegura de que González recibió el 'mensaje'
El líder socialdemócrata danés, Poul Nyrup Rasmussen, reiteró ayer en Madrid ante el Gobierno español el mismo mensaje sobre la singularidad de Dinamarca que hace tan sólo cuatro días expuso en la capital de España el liberal ministro de Asuntos Exteriores, Uffe Ellemann-Jensen, del que sospecha que es demasiado europeísta para defender con convicción los intereses de su país.El presidente Felipe González sugirió a Rasmussen, al que conoció el lunes 9 de noviembre en La Haya, charlar sobre la construcción europea. Ni corto ni perezoso, el líder del principal partido de, Dinamarca se presentó la semana siguiente en Madrid, donde fue recibido ayer por el jefe del Gobierno, el ministro de Exteriores, Javier Solana, y el número dos del PSOE, Alfonso Guerra.
"Me siento como un niño pequeño al que han colocado ante un desagradable plato de comida y le ordenan que se lo coma", declaró Ellemann-Jensen antes de emprender su gira explicativa, que el pasado sábado le condujo a Madrid. Rasmussen siguió sus pasos para comprobar que se había acabado la comida y había sido contundente con sus socios españoles porque, comentaba el portavoz del Partido Popular Socialista danés, cuando sus interlocutores le miran a los ojos se dan cuenta de que Ellemann-Jensen no se cree lo que preconiza.
Artífice del compromiso nacional en el Folketing (Parlamento) que fija las líneas directrices que debe seguir Copenhague en su negociación con sus socios de la CE, Rasmussen repitió ayer la petición danesa de obtener cuatro exenciones jurídicamente vinculantes al Tratado de Maastricht: unión monetaria, ciudadanía europea, defensa común y preservación de competencias policiales y judiciales.
Tras asegurar que el 60% de los socialdemócratas desoyó su consejo y votó en junio contra Maastricht, Rasmussen confesó, parafraseando a Hamlet (ficticio príncipe de Dinamarca), que su dilema consiste en "estar o no estar con Europa y estar o no estar con el pueblo danés". Menos literario, Solana le contestó que deseaba que Dinamarca se subiese al carro de Maastricht, pero no ve nada claro cómo iba a poder hacerlo.
La visita de ayer ha acabado de convencer a los socialistas españoles de que, si los escándalos echan del poder en Copenhague al Ejecutivo liberal-conservador y Rasmussen llega al Gobierno, el problema danés no será más fácil de resolver.
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