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Agitada noche de sábado en la montaña bosnia

Robado un todoterreno de la Legión en el campamento avanzado de Jablanica

Miguel González

ENVIADO ESPECIAL "Donde hay armas, puede haber tiros", comenta el coronel médico Hontanilla, después de que una ametralladora de la Legión se disparase accidentalmente. Son las doce del mediodía del sábado y el primer escalón del convoy que transporta 120 cascos azules españoles al campamento avanzado de Jablanica, a 85 kilómetros de Sarajevo, acaba de cruzar la frontera de Croacia con Bosnia-Herzegovina. El capitán Demetrio Muñoz detiene la columna en un paraje deshabitado para cargar las ametralladoras 12-70 de los BMR (blindados medios sobre ruedas).

Súbitamente, por un fallo en el sistema automático, una ametralladora se pone en marcha y escupe 40 o 50 proyectiles en menos de un minuto. Tras el sobresalto, se comprueba que lo5 legionarios han adoptado las medidas de seguridad previstas y que, la ametralladora apunta hacia arriba. "Esperemos que no haya más tiros", comenta el capitán. Los hubo, pero no de la Legión.

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A las doce de la noche, mientras Muñoz intenta enlazar por radio con la base de las tropas españolas en Split, dos ráfagas y varios disparos resuenan junto al aparcamiento. Los guardias se tiran al suelo y se ponen en posición de alerta para repeler un ataque. Pasan los minutos y no sucede, nada. Seguramente son milicianos que celebran de esta forma el permiso del fin de semana.

Es sábado noche. Jablanica, 12.000 habitantes antes de la guerra, más de 20.000 ahora tras recibir un aluvión de refugiados, es la única población bajo control musulmán en toda la zona. Muchos combatientes bajan al pueblo a descansar. Hay toque de queda a las once, pero el Club 222,Junto al único hotel, está atestado de gente fuertemente armada que bebe hasta embriagarse.

Una de la madrugada. Dos individuos discuten a voces ante el hotel. Dentro, en dos salones habilitados con literas, por los que la agrupación española paga un millón y medio mensual, duermen los 170 legionarios y paracaidistas del destacamento. El guardia de la puerta pide a los alborotadores que se vayan. Uno de ellos saca una pistola y la monta en sus narices.

Dos y media. Un sujeto visiblemente enojado entra en el hotel con un Kaláshnikov listo para disparar. La guardia avisa a la policía local, que lo saca del lavabo desarmado. El Kaláshnikov aparece después, escondido en la recepción con el cargador puesto. Se ordena a los guardias que se retiren de la puerta y vigilen desde el interior, para evitar nuevos incidentes.

Persecución infructuosa

Tres de la mañana. Un todoterreno Nissan del contingente español está aparcado frente al hotel para desplazarse a la zona de los vehículos en caso necesario. Se oye un acelerón. El Nissan sale marcha atrás a toda velocidad y destroza dos turismos de la prensa. Cuando el guardia reacciona, el jeep se aleja ya en dirección a Sarajevo. Se avisa a la policía local, que alega no poder intervenir y pasa el asunto a la militar. Finalmente, se inicia la búsqueda con un BMR español entre los perseguidores. Avanzan 30 kilómetros hacia el Norte. Demasiado tarde. A esta hora, el Nissan blanco de las fuerzas de las Naciones Unidas debe estar pintado de camuflaje e incorporado al parque móvil de cualquiera de las facciones en disputa.

Amanece. Las montañas que rodean Jablanica están nevadas. El pueblo, helado. La carretera hacia Croacia sigue tranquila. No hay actividad bélica en la zona. Probablemente, no por el alto el fuego, sino porque los combatientes también hacen weekend. Volverán hoy, con nuevos bríos. "Sabíamos que la misión era muy difícil", dice el capitán Flores, jefe del destacamento.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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