Un explorador francés completa la vuelta al Artico, sólo conseguida por Amundsen

Pierre Sauvadet es, junto a Roald Amundsen, el único explorador del Ártico que ha podido dar la vuelta completa a dicho océano. En 1991 reabrió el pasaje noreste siguiendo las costas siberianas hasta Japón a bordo de la nave Astrolabe. Este año, embarcado en el Frontier Sprit, ha completado el círculo por el noroeste llegando hasta Alaska.

En el primer viaje, el explorador francés compaginó aventura, investigación e intereses comerciales: "Cuando iniciamos el recorrido aún no sabíamos qué dirían las autoridades soviéticas. La URSS existía e impuso ciertas limitaciones. Pudimos estudiar un poco cuestiones referidas a la deriva de los hielos, pero ciertas mediciones no nos fueron permitidas. Eso sí, demostramos que el viaje era perfectamente factible, la intervención de los rompehielos fue mínima y acortamos el trayecto de manera extraordinaria, en varios miles de kilómetros y muchas semanas de navegación. Pero, de momento, es una ruta que no puede explotarse porque faltan puertos intermedios y porque las primas que hay que pagar a las compañías de seguros son altísimas".La ruta siguiendo la costa canadiense, que comenzó en agosto y acaba de terminar, ha servido para descubrir otras cosas. "De entrada, que el Ártico de Canadá está mucho menos contaminado que el siberiano", cuenta Sauvadet. Los grandes ríos de la ex URSS están muy sucios. La costa rusa presenta una vida animal muy inferior a la de sus vecinos de enfrente".

"Además", añade, "hemos encontrado restos de la famosa expedición de sir John Franklin en 1846, un viaje emprendido con dos barcos y muchos medios, apoyado por la Corona británica, pero del que nada se supo desde 1847. La Armada británica realizó varias expediciones para averiguar qué había pasado. Cuarenta viajes partieron con este objetivo. Ahora nosotros hemos encontrado tumbas y restos, pero mucho más al norte de la zona en que se creía que había desaparecido Franklin en su búsqueda de un pasaje por el Noroeste. Y, por último, el viaje ha servido también para comprobar que la instrumentación nueva de que disponemos es magnífica, que gracias a ella podremos abordar nuevas fases de la exploración del Ártico".

Un satélite fascinante

La estrella de estos equipos es el satélite ERS-1. "Nos permite saber, en tiempo real, la importancia del oleaje, la velocidad e intensidad de las corrientes marinas, la deriva de los icebergs", detalla Sauvadet, que está fascinado con este satélite de la Agencia Europea del Espacio. "El ERS-1 da una vuelta a la Tierra cada 100 minutos. Nos proporciona así imágenes que corresponden a superficies de 10.000 kilómetros cuadrados. Para nosotros era especialmente útil para poder prever cualquier cambio brusco de la climatología y guiar mejor el Frontier Sprit a través de los hielos. Lo mismo que hace con el Polo Norte, lo hace con el Sáhara y nos muestra cómo el desierto se agranda o cómo en el Amazonas el ritmo de deforestación es más rápido del autorizado y del comunicado por las empresas que allí trabajan"." La primera vez que acudí al Ártico fue cuando tenía 18 años", recuerda el explorador. "Fue un invierno con temperaturas de entre 10º y 30º centígrados bajo cero. Recorrí la bahía de Hudson y lo que vi hizo que siempre haya querido regresar. Además, las autoridades canadienses han sabido conservar su país, son muy duras con los barcos o empresas que contaminan el medio ambiente. Sin embargo, a pesar del control también en el Ártico está apareciendo un agujero en la capa de ozono".