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MUJERES SACERDOTISAS

El arzobispo de Canterbury hace un dramático llamamiento para evitar el cisma anglicano

Enric González

La ordenación de mujeres, aprobada el miércoles por el Sínodo anglicano, es considerada inaceptable por una sustancial minoría de fieles. El arzobispo de Canterbury, George Carey, hizo ayer un dramático llamamiento a los disconformes para que no abandonaran la Iglesia. "Por favor, no os vayáis. Quedaos y trabajemos juntos" pidió el líder espiritual de los anglicanos. Muchos de los conservadores consideraban, tras la crucial decisión, la posibilidad de integrarse en la Iglesia católica. Pero Carey les advirtió que el Vaticano tendrá q ue considerar también, "antes o después", la cuestión femenina.

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Los ánimos seguían exaltados ayer, 24 horas después de que se leyera el resultado de la votación del Sínodo y temblaran los cimientos de la Iglesia anglicana. El arzobispo Carey, cuya encendida defensa de la ordenación de mujeres fue decisiva para inclinar a los dudosos hacia el sí, dedicó toda la jornada de ayer a tender cables hacia los descontentos y a calmar los ánimos. Las amenazas de cisma y de hemorragia masiva de fieles se cernían sobre la Iglesia mayoritaria del Reino Unido.Carey efectuó una alocución radiofónica en la que dijo comprender la "angustia" de quienes se oponían a la ordenación de mujeres. "Están desolados. Lo percibo perfectamente y mi corazón se une a ellos", dijo. "Por favor, no os vayáis. Quedaos con nosotros. Trabajemos juntos. Hablemos de vuestras dificultades y busquemos entre todos una forma de resolverlas", pidió el arzobispo de Canterbury.

"Los elementos que unen a nuestra Iglesia son mucho más importantes que un desacuerdo a propósito de la ordenación de mujeres", insistió el primado anglicano.

Pero la tarea del arzobispo George Carey se presenta MUY dificil y el futuro es tormentoso. Aunque los fieles de a pie son, según los sondeos, partidarios de la ordenación femenina, en proporción superior incluso a la del Sínodo -en el que votaron a favor más de dos tercios-, la minoría tradicionalista es terca e influyente.

Algunos de sus pastores, como John Broadhurst, han indicado que no podrían aceptar la jurisdicción de un obispo que ordene a una mujer. "No podremos sobrevivir en una Iglesia de ese tipo, y uno a uno iremos cerrando las p3iertas de nuestras parroquias. Esa es la tragedia a la que nos enfrentamos", afirmó ayer Broadhurst.

Dos miembros del Gobierno expresaron ayer su radical oposición a la reforma. El ministro de Agricultura, John Gummer, la deploró "porque se opone a las Escrituras y a dos milenios de tradición". Ann Widdecombe, subsecretaria de Seguridad Social, pronosticó que la gente abandonaría la Iglesia anglicana "a manadas", y criticó la actitud del arzobispo Carey.

Cambio gradual

"El arzobispo de Canterbury nos pide que no tomemos decisiones precipitadas", declaró Ann Widdecombe, "pero quien más se precipitó fue él al decir, inmediatamente después de su entronización, que los contrarios a la ordenación femenina éramos de hecho herejes. Pues bien, yo no veo cómo podemos coexistir en una Iglesia cuyo jefe considera herético a un gran número de fieles".

En otra alocución, el arzobispo Carey apeló directamente a Widdecombe para pedirle calma señalar que su reacción era precisamente la que debemos evitar. Las personas que ocupan puestos de relevancia en la sociedad no deberían comportarse sí". Carey agregó que el cambio ría gradual: "La reforma aún ene que ser aprobada por el Parlamento, y luego volver al Sínodo. Pasarán al menos 18 meses asta que la primera mujer pueda ser ordenada".

Los parlamentarios tradicionalistas señalaron ayer su intención de lanzar una campaña para convencer a sus colegas de que votaran en contra. Olga Maitand, diputada conservadora, dijo que lucharía "con uñas y dientes contra la reforma". "Todo este triunfalismo de las feministas es más de lo que puedo soportar", añadió.

Las feministas, en efecto, se mostraban eufóricas. La actriz y diputada laborista Glenda Jackson manifestó que la decisión de la Iglesia anglicana era "maravillosa". "La reforma ha tardado, pero valía la pena esperar", dijo Jackson. Mientras tanto, en centenares de parroquias se preparaban festejos para este fin de semana.

No parece que los tradicionalistas puedan aspirar a un voto negativo del Parlamento. Los sondeos indicaban ayer que, tanto en la Cámara de los Comunes como en la de los Lores, los partidarios de la reforma constituían una abrumadora mayoría.

Uno de los argumentos esgrimidos por los tradicionalistas, cuya alternativa religiosa lógica es ahora el catolicismo, era el de la reconciliación de ambas iglesias creaba la ordenación sacerdotal de mujeres.

Referencia al Vaticano

El arzobispo de Canterbury les advirtió que no debían ser ingenuos: "El Vaticano tendrá que afrontar tarde o temprano esta misma cuestión. Sabemos que hay mucha, mucha gente en la Iglesia católica que está esperando a que llegue ese día".

En unas declaraciones a Radio Vaticano, el cardenal Basil Hume, primado católico de Inglaterra y Gales, subrayó ayer que la decisión de la ordenación de mujeres no supone "una ruptura con los anglicanos, pero sí un nuevo obstáculo"

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