"Estamos con la persuasión, la disuasión será más dura"
Tranquilo, satisfecho "moderadamente" de su gestión en 10 meses al frente del Ministerio de Sanidad, José Antonio Griñán parece tan fresco y repulido como recién salido de la ducha, aunque debe de llevar, cuando hablamos, ocho o nueve horas en su despacho. Habla reposado, pero contundente, de los "malandrines" empeñados en incordiar y pinchar para torpedear el polémico decreto conocido como medicamentazo. "Malandrines" que, apagada la grabadora, se convierten en "moscas cojoneras". Griñán, se declara enamorado del diálogo, aunque está decidido a actuar con firmeza: "Ahora estamos en una fase de persuasión, luego vendrá la disuasión, y será más dura".
La conversación es una espiral en torno al conflictivo decreto que sin duda es su preocupación actual, con paradas en el sida y la prohibición de fumar. Griñán, de 46 años, repite, una y otra vez, la palabra solidaridad: "Una sanidad no solidaria es una función privada, pero no del Estado
Pregunta. ¿Qué es solidaridad para un ministro de Sanidad?
Respuesta. La solidaridad necesaria en la sanidad pública se manifiesta en hacer una operación de cataratas a un anciano de 80 años, o que se le opere de cadera, o se le haga diálisis. Todo esto, que no es rentable, sí lo es desde la solidaridad, y eso lo va a hacer siempre el sector público, al menos mentras esté en el Gobierno el partido socialista.
P. Eso parece lógico.
R. ¿Lógico? Pues hay muchos países donde no se hace.
P. Con un partido socialista en el Gobierno, debería darse por sobreentendido.
R. Pues no se sobreentiende. Se hace porque se ha querido este modelo. España es el país que más dializa a los enfermos renales de toda Europa, que más trasplantes hace, que ejerce más la solidaridad con el anciano, y muchos países comunitarios han tenido Gobiernos socialistas. Eso no se sobreentiende. La atención al anciano es para estudiarse, no ha habido con ellos discriminación alguna, y eso supone un esfuerzo muy grande. En la distribución de recursos yo tengo que garantizar en la sanidad pública lo que el sector privado no va a garantizar.
P. La Constitución recoge el derecho a la protección de la salud y calidad de vida para todos.
R. Si está en la Constitución debería Ue ser algo mantenido por todos los partidos, no solo por nosotros...
P. A la sanidad se le dedica el 6% del PIB, cuando la media europea es del 7% u 8%.
R. No es verdad. Mientras en España, en los seis últimos años, ha crecido notablemente la participación de la sanidad en el producto nacional, todos los países comunitarios la han disminuido. Y nos movemos en una discusión falsa, porque la sanidad depende de que esté cubierto el mínimo de subsistencia. No puede compararse lo que invierta Albania en sanidad con lo que inviertan El Reino Unido o Francia. Yo he visto al Reino Unido bajar espectacularmente su participacion de gasto social en el PIB.
P. Sí, con la política conservadora de Margaret Thatcher.
R. No es el thatcherismo, también Alemania, y Francia, -bueno, Francia, no-, Italia, han bajado el gasto social. Nosotros hemos crecido de un modo increíble en un esfuerzo que justifica una política sanitaria. ¿Que ha habido un gasto excesivo? Sí, claro; por eso hablamos de agujeros, pero lo que estamos obligados es a decir en qué queremos gastarnos el dinero en sanidad.
P. El nuevo decreto de uso racional del medicamento, el medicamentazo, que va a retirar 800 productos de la lista de fármacos que paga la Seguridad Social, ¿no es sólo el chocolate del loro, 40,000 millones, en un agujero de medio billón?
R. ¿Quién ha dicho que sea el chocolate del loro? Son varias las medidas que vamos a tomar. Lo primero es el saneamiento. Si saneamos, vamos a poder comprar a los proveedores a mejor precio, porque ahora, al pagarles tarde, estamos pagando los costes financieros añadidos. Segundo, hacer un presupuesto, como hemos conseguido en el 92, que sea real. En tercer lugar, medidas estructurales que contengan el crecimiento del gasto. Estoy hablando de gasto farmacéutico, que no sólo supone ahorrar un dinero, sino frenar una tendencia de crecimiento insoportable. Estamos creciendo al 18% y vamos a limitarlo a lo razonable, que puede ser el 8%, 9% o 10%. Además, el decreto restablece la autoridad por parte del ministerio. Ahora, todo fármaco que se produce es inmediatamente financiado, el decreto restablece en manos del Estado la autoridad, la capacidad de controlar los productos que tiene que financiar como condición para mejorar la salud de la población.
P. Hay expertos que afirman que la lista de fármacos en España es todavía demasiado amplia -unos 8000- en comparación con la media europea.
R. Es posible que la lista de especialidades no sea perfecta, pero la tiene que ver la Comisión Nacional del Medicamento, hará un dictamen y el ministerio aprobará esta lista. Nosotros tenemos la facultad de cambiarla cada año, a pesar de que ése era un artículo muy polémico.
P. Se ha metido en otra gran bronca con el anuncio del recorte de los beneficos de las farmacias.
R. Recorte de beneficios no, nunca hemos hablado de eso.
P. Bueno, modificación en los márgenes de beneficios; al final se trata de meterles mano.
R. Eso es otra cosa. Y no se trata de meter mano a nadie, que es una cosa muy saludable, pero no para hacerlo con las farmacias... Yo creo que estamos actuando sobre los cuatro elementos: laboratorio, distribuidor o farmacia, prescriptor o médico y consumidor o ciudadano, ni más ni menos. Ahora mismo estamos en una fase de persuasión, pero luego vendrá la de disuasión, y será dura. Si se sigue produciendo fraude, vamos a tomar medidas ejemplares, y los propios sindicantos UGT y CC OO están colaborando. Y que conste que este tema de los fármacos se está haciendo con muchas menos crispaciones de las que algunos han pretendido, porque ha habido mucho malandrín pinchando a unos y otros para que saltaran chispas en esta política, lo que nos ha obligado a deshacer malos entendidos, a reabrir negociaciones cerradas...
P. ¿Estos recortes son sólo el comienzo? ¿Qué viene después?
R. Cada año se pueden sacar medicamentos de las listas. Yo voy a financiar el mejor medicamento. Quiero los mejores productos y más baratos, conseguir un mercado realmente competitivo donde la investigación repercuta en la calidad y precio.
P. ¿Y qué más quiere el ministro?
R. El sistema público tiene que dar atención sanitaria y solidaridad con el enfermo, aunque sea incurable, porque no hay sanidad privada en el mundo que pueda hacer eso. Si hablásemos de rentabilidad, cuando llegase un enfermo de sida para el que no tenemos una respuesta, tendríamos que abandonarle..., o un enfermo terminal, o implantar un riñón a un anciano. Necesitamos un consenso sobre el gasto sanitario. Yo lo diría de una manera muy brusca: a mí me importan tres pepinos los resfriados, me importa mucho más la solidaridad.
P. ¿Cómo va a concretarse esa solidaridad con los enfermos de sida, que van a triplicar el coste hospitalario, ya que han triplicado su expectativa de vida?
R. El coste que sea.
P. Creo que el coste año-paciente es de un millón de pesetas. Sólo en Cataluña, hay diagnosticados 11.000 ¿Cómo se articula en el presupuesto?
R. El coste es superior, cuatro millones por enfermo, sin contar el de cama, etcétera, que puede llegar hasta los 12 millones. Hemos hecho un programa específico de sida, porque el coste en asistencia se acerca a los 50.000 millones de pesetas anuales. Y lo vamos a afrontar. Hemos calculado el coste; y el total de este año en tratamientos ha sido de 28.000 millones; en el próximo será de 40.000 millones, y en 1997, de 60.000 millones. Me gustaría que la prevención del sida se hiciera más calladamente y con mayor eficacia, porque una campaña con un anuncio, no produce todos los efectos positivos que pensábamos.
P. ¿Quiere decir que la famosa campaña del Sí-da, Noda ha sido más negativa que positiva?
R. Fue positiva en su momento, pero campañas de este tipo, ahora mismo, a lo mejor lo que incrementan es el miedo a la enfermedad más que la información. Yo soy más partidiario de mejorar la prevención. Sobre lo que merece la pena reflexionar es sobre que el Estado se gaste 40.000 millones de pesetas en cuidar un resfriado. Le voy a dar un dato: en el Reino Unido, un 17% de las personas resfriadas van al médico a que les dé un remedio. En España va el 73%, y gasta en medicamentos. Ese gasto no tiene justificacion clínica y supone más dinero que lo que cuesta el sida. Tenemos que reflexionar, y todos, de por donde queremos ahorrar.
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