El pantano de Riaño no cumple el objetivo de regar 83.000 hectáreas para el que se construyó en 1988
El ministro de Obras Públicas y Transportes, José Borrell, advirtió al Consejo Nacional del Agua, reunido en Madrid el 3 de noviembre, que en el futuro habrá que considerar el interés socioeconómico de las obras hidráulicas para evitar "despilfarros", y aludió al pantano de Riaño como referencia. Este embalse, aprobado en 1965, comenzó a llenarse el 31 de diciembre de 1988, dejando sepultados nueve pueblos. Cuatro años después, el objetivo para el que se construyó -poner en regadío 83.000 hectáreas- no se cumple, y los pueblos que se iban a regar son abandonados por sus labradores.
"Cuando lleguen las aguas aquí no quedará nadie". Estilita Garrido, una labradora de 44 años vecina de Valverde Enrique, mira a su alrededor cuando vaticina el futuro del pueblo. Su única hija, de 19 años, estudia Económicas en León. Ellos labran alrededor de 300 hectáreas de secano y las labrarán mientras vivan. Después, ¿quién tomará el relevo?El mismo recelo campea por los pueblos situados más arriba de Valverde Enrique. En Quintana Rueda, donde ya tienen garantizada el agua todo el año gracias a las canalizaciones, el futuro no es muy diferente.
Un vecino, militante del Partido Popular, que no quiere dar su nombre, dice: "Ahora tenemos el agua, y ¿qué? Nada. Cada vez hay menos gente. Antes éramos ciento y pico de vecinos y nos hemos quedado en cuarenta, sólo los viejos. ¿Por qué? Porque no es rentable. El año pasado nos pagaban el maíz a 20 pesetas el kilo y el de forraje a 5,50; este año, a 18 y a 3,30 pesetas. Dicen que al bajar el precio de la leche no nos pueden mantener los precios de antes. ¿De qué nos sirve regar? Y encima nos anuncian que dentro de 10 años tendremos que pagar el agua a 100.000 pesetas la hectárea, cuando ahora nos cuesta a 5.000 al año. Llevo 29 años aquí, desde los 16, y no veo futuro, de verdad".
Estos pueblos encabezaban hace seis años una dura batalla para convertir en realidad el embalse de Riaño. Su sueño entonces era una interminable relación de ventajas: "En las 83.000 hectáreas afectadas se podrá hacer otro tipo de cultivos, además de los actuales; se obtendrá un beneficio de un 400% respecto al actual; van a ser 8.000 familias afectadas; la mano de obra se podría multiplicar por 10. Hasta le dan soluciones a los quebraderos de cabeza del presidente del Gobierno, como Antonio Robles: De aquí podrían salir los 800.000 puestos de trabajo que prometió Felipe González. Que inunden Riaño, ya que será la única solución de nuestro campo". (Ver EL PAÍS del 8 de noviembre de 1986).
Pesadilla
El embalse de Riaño sigue siendo una pesadilla, en vez del cuento de la lechera. Las 65.000 hectáreas de tierras que iba a irrigar, entre los ríos Esla y Cea, continúan de secano en su mayoría. Los canales principales están sin acabar y las acequias que deberían conducir el agua a pie de finca ni siquiera están definidas; dependen de un acuerdo entre las autoridades comunitarias de Castilla y León y el IRYDA (Ministerio de Agricultura). "Riaño supuso una infraestructura muy ambiciosa que hay que poner en marcha, porque estamos desperdiciando esfuerzos", reconoce José María de la Guía, presidente de la Confederación del Duero.Matilde Fernández, ex alcaldesa de Valverde Enrique, no ha sucumbido a la pérdida de expectativas sufrida por sus vecinos. Enarboló la bandera de los defensores del embalse y sigue al frente de la Asociación pro Riegos del Sur de León. Con ánimo redentor y luchador, valora los beneficios del embalse de Riaño por su aportación a la red eléctrica (alrededor de 240 millones de kilovatios / hora) y su efecto regulador sobre el caudal del Esla. Desconoce la fecha prevista para que las aguas de Riaño lleguen a su pueblo. Tiene dos hijos estudiando turismo y delineación. ¿El tercero se quedará en el pueblo? No está segura, pero le da igual. Ella continuará peleando para que llegue el agua, aunque no sea útil para la agricultura. "Servirá", dice, "para la recuperación ecológica, regar los árboles u otras alternativas como pastos para lechazos y cabritos".
Todavía faltan por adjudicar tramos de los canales diseñados para distribuir el agua almacenada desde hace seis años en Riaño. ¿Se ejecutarán todos los proyectados? ¿Tienen ahora el altísimo interés socioeconómico que un día se les atribuyó? Ésta fue la cuestión que Borrell planteó el pasado 3 de noviembre ante los 83 miembros del Consejo Nacional del Agua.
José María de la Guía tomó nota: "En las directrices de los planes de cuencas pedimos dos millones de nuevas hectáreas regables. Tendremos que revisar nuestros planes y adaptarlos a los nuevos criterios. Es una locura".
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