El Tercer Mundo
Cada vez son más dramáticas las imágenes, por una parte, de la situación desesperada que se está viviendo en Somalia y, por otra, nuestros propios vecinos muriendo en aguas del Estrecho. Desnutridos, débiles, famélicos, agotados, al borde de la desesperación, hombres, mujeres y niños encuentran su triste fin en una fosa común. Multitud de interrogantes. ¿Por qué no se destina, como mínimo, el 0,01% de los fastos del 92 a la ayuda contra el hambre y la pobreza? ¿Qué importa Maastricht si nuestros vecinos hambrientos se exponen a ahogarse en tristes pateras antes que seguir sufriendo en sus propios países? Devaluación de la peseta, presupuestos restrictivos, escándalos financieros, referéndum... Basta ya. Un mínimo de atención para el Tercer Mundo. Agoniza.-
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