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Una política fiscal contra el desarrollo madrileño

La elección de determinada política fiscal incide sobre el desarrollo de la ciudad; sin embargo, señala el autor, las últimas ordenanzas fiscales han contribuido a elevar la presión fiscal de una forma desconocida en los últimos 10 años sobre las empresas de nueva creación, sobre todo en las de tamaño pequeño o medio.

He mantenido en diversas ocasiones que desde el ámbito municipal se puede coadyuvar al desarrollo económico de nuestra ciudad a través de una combinación de varias políticas. En primer lugar, de una política urbanística que, al tiempo de mantener unos equilibrios adecuados, sepa facilitar las necesidades del mercado tanto en el terreno inmobiliario como en el de la actividad económica del sector secundario y del terciario. En segundo lugar, generando economías externas a través, fundamentalmente, de unas políticas medioambientales y culturales que haga a Madrid una ciudad más agradable, en términos relativos, que otras ciudades en las que, alternativa mente, el inversor podría insta larse. Y, finalmente, a través de una política fiscal que no penalice la instalación de nuevas actividades económicas o profesionales.Pues bien, centrándonos en este último aspecto, el fiscal, podemos observar como -en este año 1992 y en las modificaciones de las ordenanzas fiscales para 1993- el gobierno municipal madrileño da un tratamiento tributario al nacimiento de nuevas empresas que supone un aumento de la presión fiscal desconocido en los, últimos 10 años y se hace, precisamente, en el momento descendente del ciclo económico.

Aunque parezca increíble, así es, como voy a demostrar a continuación.

Durante 1992 se ha implantado el impuesto de actividades económicas, que sustituye a los de licencia fiscal y radicación. Al colocar el coeficiente de población en 1,7 sobre la base 1 fijada por la ley que lo regula y al distribuir el índice fiscal de calles entre 0,75 y 2, el resultado final ha sido que, aunque muy heterogénea mente, los contribuyentes que paguen este año el nuevo tributo van a ver incrementada su presión fiscal respecto a lo que pagaban el año pasado por los tributos sustituidos, del orden de un 70% más, en término medio. Muchos profesionales a, los que ya les ha llegado la notificación del nuevo tributo se han encontrado con que la subida ha sido del 200%, y en algunos casos más aún.El que paga, pagará más

La explicación dada por el gobierno municipal es que, como el nuevo tributo va a tener dificultades en ser cobrado a todos los sujetos pasivos por defectos técnicos de censo en el primer año de implantación, para conseguir una recaudación similar la única manera posible de llevarla a cabo es que quienes pagan paguen más. Quien no conozca los pormenores de la vida municipal reciente creerá que tal disparate no es posible. Les remito a las actas de las sesiones de los plenos o, para ser más prácticos, a que comparen sus recibos del pasado año con el de la nueva notificación.Pues bien, después de este crecimiento espectacular para todas las empresas y despachos profesionales, el Gobierno local, en su proyecto de ordenanzas fiscales para 1993, ha decidido que el objetivo siguiente van a ser quienes deseen iniciar una nueva actividad económica.La tasa por licencia de apertura crece en un 19%. El impuesto sobre construcciones y obras, al pasar del 3,17% al 3,39% sobre el valor del proyecto de la obra -y dando por hecho que los costes de la construcción, como los de cualquier otro sector, subirán aproximadamente como la inflación-, tendrá como resultado final que la cuota del tributo crecerá en más de un 12%.Pues aquí no acaba la historia. A ello hay que añadirle la implantación de una nueva tasa que la legislación permite utilizar, pero no obliga: la tasa por licencia de obras con unas tarifas que van de 37.650 a 301.500 pesetas.Con las nuevas ordenanzas, quien se instale en un local de 75 metros cuadrados y realice una obra en él de seis millones de pesetas, pretendiendo iniciar una actividad industrial o comercial tendrá que pagar en 1993 más del 100% de lo que pagaría en 1992.He escogido la simulación de un pequeno local porque creo firmemente que el aumento de la actividad económica y la creación de puestos de trabajo se realiza más con muchas pequeñas empresas que esperando la gran inversión, que, por otro lado, siempre induce la creación de muchas pequeñas empresas de producción y servicios.No podría concluir sin hacer alguna consideración de tipo político al despropósito descrito. Entendería que una, opción política decidiese aumentar la presión fiscal precedente para afrontar desde el sector público una fuerte acción anticíclica para reanimar la economía de la ciudad (la entenderia, pero no la compartiría, y menos aún penalizando la creación de nuevas empresas), pero lo que no puedo entender (y menos aún compartir) es que un partido que, como el Partido Popular que gobierna en mayoría absoluta la ciudad de Madrid, hace bandera de. reducir los impuestos realice este aumento fortísimo de la presión fiscal.Sin justificaciónSe entiende menos aún cuando, dicho sea de paso, el cuadro de modificación de ordenanzas fiscales se ha presentado sin ningún escenario económico para 1993 o, lo que es lo mismo, sin decir a qué gastos van a ir a financiar estos mayores ingresos fiscales. Es lo mínimo que deberían saber los contribuyentes. Aunque quienes sabemos cómo ha crecido el endeudamiento municipal (ha pasado de 49.000,inillones a 122.000 millones en tres años) y cómo han crecido los gastos corrientes, sabemos que no va a ir destinado a mejorar ningún servicio, sino a malparchear los desaguisados en que ellos -exclusivamente- han incurrido en el poco tiempo de gobierno que llevan.

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es concejal del Grupo Socialista del Ayuntamiento de Madrid.

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