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Las raíces clásicas de un vanguardista

Picasso, el voraz y destructor demiurgo de la modernidad, el que quiso hacer todo de todas las maneras posibles e imposibles, no pudo naturalmente sustraerse al deseo de también ser recordado como clásico. Y aunque el arte contemporáneo surgió precisamente de la crisis del clasicismo, ¿cómo destruirlo sin previamente haberlo comprendido de raíz?Éste podría ser en general un buen argumento para explicar la frecuencia de las citas clásicas de los más geniales y emblemáticos artistas de vanguardia de nuestro siglo, pero el asunto se complica cuando se trata de la cuestión desde Pablo Picasso, en el cual concurren las más ricas tensiones contradictorias al respecto. Piénsese, en primer lugar, en los antecedentes vitales de quien nació y se formó frente al paisaje y la cultura mediterráneos -Málaga y Barcelo.na-, pero que al mismo tiempo pertenecía a una tradición pictórica anticlásica como fue la de la Escuela Española.Forma canibalística

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El Picasso enamorado vuelve a Málaga

Podríamos seguir desgranando de esta manera otras muchas contradicciones que, desde el punto de vista antropológico, artístico, estético o existencial, asediaron y fecundaron el genio de Pablo Picasso; no obstante, Finalmente acaba imponiéndose como la principal clave de sus rupturas y vaivenes vertiginosos la potencia proteica de una naturaleza capaz de atraverse a serlo todo y, como tal, que posee una forma canibalística de mirar la realidad y el arte de tal voracidad que no deja nada sin digerir.

En este sentido, quien quiera analizar lo clásico en Picasso sin graves mutilaciones no puede conformarse con una única perspectiva, sino que tiene que asumir toda la suerte de incidencias posibles, desde las propiamente formales hasta las simbólicas, aunque ello obligue a navegar por ese ¡limitado océano que fue la trayectoria de estéinsaciable y versátil artista. Haberlo comprendido así me parece uno de los mejores aciertos de esta exposición de Málaga, incluso con los peligros que comporta siempre la ambición. Además, ¿cómo podría justificarse un reencuentro pasional de Picasso y Málaga con los remilgos científicos de una prudente y modesta erudición?

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