El Consejo de Seguridad estudia la imposición de una 'zona de exclusión aérea' sobre Bosnia
El invierno y la falta de ayuda internacional agravan la tragedia de los Balcanes
La amenaza de imponer una zona de exclusión aérea sobre Bosnia-Herzegovina para paralizar a la aviación serbia pareció ayer surtir efecto. Al menos temporalmente. Horas después de que EE UU, Francia y el Reino Unido anunciaran su decisión de solicitar al Consejo de Seguridad una resolución al respecto para proteger a la población civil de Bosnia, los cazabombarderos serbios aparentemente cancelaron las misiones del día. Además de esta advertencia, el secretario general de la Alianza Atlántica, el alemán Manfred Wörner, afirmó que la OTAN intervendrá en el conflicto yugoslavo si así lo pide la ONU, según unas declaraciones que recogía ayer el diario sensacionalista alemán Bild.
"Si las Naciones Unidas decidiesen mañana que el único camino para paliar el conflicto es la intervención, no me puedo imaginar que los países que integran la OTAN se mantuvieran impasibles", declaró Wörner. De. momento, la ONU estudia la iniciativa diplomática conjunta de las potencias occidentales sobre la zona de exclusión aérea, que será sometida hoy al voto del Consejo de Seguridad en Nueva York.La supuesta interrupción de la campaña aérea no Supuso, sin embargo, respiro alguno para la población civil de Maglaj y Gradarac, al norte de Sarajevo. Según informes recibidos en Zagreb, ambas ciudades soportan intenso fuego de artillería.
Después de tres días de fuertes bombardeos, en la capital bosnia reinaba ayer un ambiente de "normalidad" pero los esporádicos disparos de morteros mantenían a raya a los bomberos que observaban impotentes cómo las llamas. consumían algunos negocios de comerciantes musulmanes.
Tras la captura de Bosanski Brod por parte de fuerzas serbias el martes por la noche, en su ciudad gemela de Slavonski Brod, al otro lado del río Sava, las autoridades croatas y los organismos de ayuda humanitaria se enfrentan a un nuevo problema, el de alojar y alimentar a por lo menos 10.000 nuevos refugiados, en su mayoría musulmanes, que tuvieron tiempo de cruzar el puente antes de que los serbios lo dinamitaran. Los afortunados hallaron acomodo en los vetustos cuarteles de la ciudad, pero centenares de familias van a tener que pasar varias semanas viviendo en tiendas levantadas en campos improvisados.
Mientras las autoridades croatas trataban de lidiar con el nuevo aluvión de refugiados, que no hace sino ilustrar una vez más los objetivos de la política serbia de limpieza étnica en Bosnia, los analistas en Zagreb sacaban a la luz los errores del Ejército croata y de las fuerzas croatas en Bosnia-Herzegovina. Aleksandar Milosevic, del diario Vjesnik, denunció la falta de coordinación entre ambos mandos como la causa principal de la caída de la ciudad.
El precio estratégico de esos fallos fue alto -la caida de Bosanski Brod ha liquidado las pretensiones de cortar el corredor que une Serbia con las regiones de Bosnia septentrional y Croacia central- pero, aún así, analistas como Milosevic comparten la teoría de que el tiempo demostrará que se trata de una victoria pírrica.
Para muchos bosnios y croatas, la ofensiva serbia añade énfasis a sus solicitudes en favor de una intervención militar extranjera para frenar las ambiciones serbias.
Tal eventualidad, sin embargo, parecía ayer más remota que nunca. Ninguno de los países que propusieron la resolución que impondría la zona de exclusión aérea en Bosnia-Herzegovina ha dicho que enviará aviones para asegurarse, de que la decisión sea respetada. A la ambigüedad de la propuesta se suma la declaración del presidente norteamericano George Bush, quien aseguró que Washington no tiene intención de enviar fuerzas a Bosnia para evitar una repetición de la pesadilla de Vietnam.
400.000 personas corren peligro de muerte
Las perspectivas son aterradoras: La guerra en la antigua Yugoslavia ya se ha cobrado más de 12.000 vidas y, sin ninguna señal de avances en el terreno diplomático, el riesgo de muerte se cierne sobre aproximadamente 400.000 personas. Serán víctimas de la violencia, el hambre y el frío, dicen los alarmantes hallazgos de expertos internacionales. Este invierno, explican, puede provocar la peor catástrofe europea desde la Segunda Guerra Mundial."Veremos cadáveres a lo largo de las carreteras. Kilómetros y kilómetros de muertos", asegura un funcionario de las Naciones Unidas. "¿Cuántas veces será necesario filmar esas escenas para convencer al mundo de la espantosa magnitud del desastre?", se pregunta con amargura y frustración. Por más generosas que resultaran ahora las contribuciones de la comunidad internacional, su acción puede resultar poco más que un paliativo. Sencillamente ya es tarde.
Enviar ayuda a los puntos de mayor urgencia es cada día más difícil por el deterioro de la situación, la voladura de puentes y las lluvias que han comenzado a causar estragos en los caminos de montaña utilizados por los convoyes.
En la antigua Yugoslavia ya se habla de la implacable "gran muerte blanca". Sus principales víctimas serán un buen sector de los dos millones de desplazados. El último estudio de la Alta Comisaría de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), publicado hace tres días, lleva un título apropiado: Al borde del desastre.
"La posibilidad de que tanta gente corra el peligro de morir, abandonada y aislada en el corazón de Europa, resulta incomprensible", comenta. La amenaza es real mientras sigue la guerra, se avecina el frío y las reservas de ayuda van acabándose.
Según el enviado especial de la ACNUR a los Balcanes, el español José María Mendiluce, a Bosnia-Herzegovina le espera una pesadilla si no se aumenta inmediatamente la ayuda internacional. "Unos 200.000 no serbios se van a ver forzados a huir del área de Banja Luka. Los que no puedan hacerlo, corren un grave riesgo de muerte", añade.
En la región de Bihac, así como en el sector centro y oriental de Bosnia, hay dos millones de personas que, en diverso grado, viven bajo la amenaza de morir de hambre o frío, sostiene Mendiluce. El número de personas sin forma alguna de refugio llegan a 30.000, según estadísticas de la ONU, que subrayan el constante aumento de civiles desplazados por la violencia.
La reanudación de los vuelos con ayuda humanitaria para la asediada Sarajevo está aliviando ligeramente la situación de sus habitantes. Pero con un promedio de ocho vuelos al día resulta imposible llevar el volumen de ayuda para una ciudad que, para sobrevivir, necesita unas 300 toneladas diarias de alimentos.
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