Los nuevos antidepresivos se imponen a Freud y apuntan el origen común de la depresión y ansiedad
Freud se bate en retirada frente a la revolución neurofarmacológica en los trastornos más frecuentes como la depresión y la ansiedad. Algunos psiquiatras discuten incluso que sean enfermedades distintas y afirman que son aspectos de una única perturbación psicobiológica. Los trastornos emocionales centraron las jornadas científicas que precedieron en Bruselas a la declaración de la Década Europea de Investigación del Cerebro. A la CE le preocupa que el gasto en dolencias mentales y neurológicas se ha disparado en los últimos años.
ENVIADA ESPECIALLa llegada al mercado, en los últimos años de una nueva generación de fármacos que actúan sobre el cerebro y la utilización de nuevas técnicas que permiten observar la afinidad de cada una de las drogas respecto a los receptores del sistema nervioso fueron los dos avances más citados en el encuentro.Los nuevos medicamentos son fundamentalmente los antidepresivos basados en sustancias que impiden la reabsorción de la serotonina, un neurotransmisor (compuesto que transmite la información entre las neuronas) cuya deficiencia se ha relacionado con alteraciones en el estado de ánimo.
Estos antidepresivos no tienen los efectos secundarios de las generaciones anteriores lo que está dando lugar a una corriente de opinión que aboga por el tratamiento continuado preventivo de la depresión después del primer episodio, considerándola una enfermedad crónica que lleva al suicidio en el 15% de los casos.
Pero lo que tiene asombrados a algunos médicos que aplican estos fármacos es que están resultando eficaces en el tratamiento de otros trastornos, especialmente la ansiedad, los trastornos obsesivo compulsivos, la bulimia, el pánico, las fobias y el estrés postraumático. Los porcentajes de eficacia oscilan entre el 50% y el 75% de los pacientes tratados, lo cual es bastante alto. De esta experiencia clínica ha nacido la tendencia a agrupar estos trastornos en un solo grupo de desórdenes emocionales, con la sospecha de una única anormalidad química.
Cautos y cínicos
Algunos psiquiatras se muestran cautos ante este agrupamiento y señalan que la mejoría se puede deber a que existen disfunciones en la serotonina en todos los casos, pero que son diferentes y debidas a diferentes causas. Es el caso de los israelíes Joseph Zohar y Seht Kindler y el español Juan José López Ibor, que intervinieron en las sesiones científicas de Bruselas."Cuando las enfermedades matan rápidamente a la gente cuestan poco. Este gasto sube cuando se empiezan a tratar y se dispara cuando exigen tratamientos prolongados", comentó por su parte Paolo Fasella, director de la dirección general XII, encargada de la ciencia y la investigación en la CE. Fasella justificaba así la preocupación que existe en Europa por el creciente gasto sanitario que significan los trastornos mentales y enfermedades neurológicas, que se ha disparado en los últimos años.
Fasella compensó su cinismo, según sus propias palabras, con la expresión de su preocupación por el coste social y el sufrimiento que implican estas enfermedades y justificó por todo ello la declaración de la década europea de investigación del cerebro. "Estamos hablando de dos tipos fundamentales de enfermedades, las afectivas o emocionales y las degenerativas del cerebro", señaló por su parte la premio Nobel de Medicina Rita Levi Montalcini, descubridora del factor de crecimiento nervioso.
Millones de afectados
En Europa se estima que están afectadas por estas enfermedades decenas de millones de personas, aproximadamente un 15% de la población, y que este porcentaje aumentará con su envejecimiento. La demencia afecta a unos 3,5 millones de personas, de las cuales la mitad sufren la enfermedad de Alzheimer. La enfermedad de Parkinson la tiene un millón de europeos, mientras que los infartos cerebrales afectan a cuatro millones y la esquizofrenia a dos millones. Aunque las cifras no resultan fiables en muchos países, los promotores de la década citan las estadísticas de Alemania, donde un 14% de la población sufre o sufrirá problemas psiquiátricos en algún momento de su vida.
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