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EL FUTURO DE EUROPA

Horas bajas en Bruselas

La Comisión Europea se prepara para los recortes en el Tratado de Unión Europea

Lluís Bassets

El aire se puede cortar en la Comisión Europea. Los altos funcionarios europeos y los 17 miembros de la Comisión esperaban recibir en pleno rostro las esquirlas de la crisis desatada por la ratificación del Tratado de Maastricht. Pero no podían prever que los ataques más serios vinieran de sus más estrechos aliados, concretamente de Alemania y de Francia, que quieren hacer digerible el plato amargo de la Unión Europea a costa de la Comisión Europea y de su presidente Jacques Delors.

Los ataques del canciller Helmut Kohl a la "furia reglamentista" de Bruselas y los planes franceses de reforzar la cooperación intergubernamental en detrimento de la Comisión Europea han caído como un jarro de agua fría entre los colaboradores de Jacques Delors. Kohl y Mitterrand han sido estrechos aliados del presidente de la Comisión en los últimos siete años, y sin su colaboración a tres no hubiera sido posible ni el salto hacia adelante que fue el Acta Única, ni la incorporación de España y Portugal ni ahora el Tratado de Maastricht.Ahora, alemanes y franceses dejan caer a su aliado para intentar salvar los restos del naufragio, tras la crisis del sistema monetario y las dificultades que en cuentra la Unión Europea para su ratificación. Entre los planes de Kohl y Mitterrand se cuenta dar más poder al Consejo de Ministros y al Consejo Europeo (reunión de los jefes de Estado y de Gobierno), que son los órganos intergubernamentales, y sustrer poder en cambio a la Comisión y al Parlamento.

Curiosamente, tanto este objetivo como el principio de subsidiariedad, que se utilizará para alcanzarlos, se hallan recogidos en el Tratado de Maastricht. De ahí que se esté abriendo paso la idea de realizar una declaración en la próxima cumbre de Londres, el 16 de octubre, en la que se pondrá los puntos sobre las íes, al tratado de marras.

Más burocracia

"El principio de subsidiariedad significa intervenir en el mejor nivel para tomar la decisión", aseguró ayer el comisario para el Mercado Interior, Martin Bangemann. El problema de este principio es que su aplicación puede producir resultados perversos, por cuanto cada órgano que interviene en una decisión deberá demostrar antes de tomarla que es el más adecuado para hacerlo. Proponer una medida, estudiarla, decidirla y aplicarla requerirá en cada caso justificar que se hace desde el órgano más adecuado.

Significará más tiempo y más trabajo, es decir, que las decisiones se tomarán más lentamente y se necesitará más gente para tomarlas. El principio de subsidiariedad puede ser como una comisión para desburocratizar, que acarrea, naturalmente, más bu rocracia. Hay otra posibilidad, según Bangemann, y es que se es tablezca previamente a quien corresponde cada competencia y se asigne a un órgano la competen cia de decidir en las zonas con competencias no limitadas, como hace el Bundestag o la cámara baja en la República Federal de Alemania o el Tribunal Constitucional en España. Bangemann, en su compare cencia ante la prensa, hizo pública demostración del malestar existente en la Comisión Europea por las declaraciones de Kohl. "En las palabras del canciller Kohl no veo una crítica con tra la Comisión. Él ha hablado de Bruselas, y esto incluye a toda la gente que trabaja en Bruselas", dijo. Los que critican los excesos de la reglamentación europea deben preguntarse quién ha pedido estas acciones. En uno de cada dos casos son los países miembros o el Parlamento".

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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