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Cordón de zapato en cordón umbilical

Una mujer china da a luz en la calle con la ayuda de dos policías

Maoli Zhou, embarazada de nueve meses, notó un dolor intenso ayer, a las ocho de la mañana, y salió con su marido, Bo Guang Chen, hacia el hospital. Le dio tiempo a andar cinco metros. "Dolor y salió niño", explica Maoli, una mujer pequeña de 30 años que apenas habla castellano. Al sentir la cabeza entre sus piernas, Maoli se tumbó en la calle. Allí, entre la acera y la calzada, nació su cuarto hijo: una niña de 4 kilos y 200 gramos.

Mientras el niño nacía sin más ayuda que la de la sabia naturaleza, un vecino avisé a la Policía Municipal, que envió dos patrullas a la calle de Gabriel Usera, donde se encontraban Maoli y su marido. Cuando llegaron, a las 8.50, los agentes se encontraron un remolino de gente y, en el centro, a Maoli con su bebé sobre la acera."Tenía a la niña entre las piernas, unida a ella por el cordón umbilical", relata Fernando Álvarez, uno de los policías.Álvarez y su compañero, el cabo Mata, se convirtieron en improvisadas comadronas. "El cabo pidió un cordón de zapatos pata atarle a la niña el cordón umbilical. Y a mí me tocó atárselo", continúa Álvarez. A pesar de su sangre fría, el agente confiesa que no ha visto ni siquiera el parto de sus dos hijos.

"El policía, muy simpático", decía el padre de la criatura. Todos parecían estar nerviosos en el paritorio callejero. Maoli, inquieta por la situación y el numeroso público, se tiraba del vestido para abajo, mientras el agente Álvarez intentaba subírselo para atarle el cordón a la niña. "Íbamos a pedir unas tijeras para cortarlo cuando apareció una ambulancia del Samur, con un médico y dos sanitarios", contaba Álvarez.

Madre e hija, en compañía de Bo Guang Chen y de una amiga china que les sirve de traductora, fueron trasladadas al hospital Doce de Octubre, donde descansaban ayer en la maternidad en perfecto, estado.

Tendida, por fin, en una cama, Maoli confesaba que éste había sido su mejor parto. "Dos minutos", repetía antes de dormirse. "Nuestros otros hijos han nacido en España", contaba Bo Guang Chen, que llegó a Madrid en 1986 y tiene un restaurante chino en la avenida de Palomeras. Él y su mujer no han decidido aún qué nombre poner a la pequeña.

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