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EL FUTURO DE EUROPA

El Gobierno italiano se juega su futuro en los presupuestos

La piedra de toque del Gobierno italiano, que preside el socialista Giuliano Amato, será el próximo debate parlamentario sobre los austeros presupuestos generales del Estado para 1993 aprobados la semana pasada por el Gabinete. Incluso el estrecho margen de victoria del sí en el referéndum francés constituye una valiosa ayuda para Amato en esta difícil prueba. El Gabinete ya ha advertido que recurrirá al voto de confianza a fin de lograr que su plan salga adelante.

Todos los partidos, salvo Refundación Comunista, compartieron el "suspiro de alivio" con el que Amato reaccionó al resultado del referéndum. Y de la unanimidad de ese alivio, el primer ministro intentará sacar fuerzas para defender su plan de emergencia, argumentando que éste representa la única vía creíble para meter a Italia por la estrecha senda de la disciplina financiera que traza Maastricht.

La oposición rechaza, sin embargo, este razonamiento. No se trata sólo de Achille Occhetto, el líder del Partido Democrático de la Izquierda (PDS, ex comunista), que, en las últimas horas, y ante la posibilidad de un fracaso del referéndum francés, había relanzado su voluntad de integrarse en un nuevo Gabinete que sustituiría al de Amato. También los verdes han hablado de "huelga fiscal" ante unas medidas que consideran antisociales, incorporándose a la lista de los partidarios de esa forma de rebelión, que ya integraba a Occhetto, al liguista Umberto Bossi y al neofascista Jeanfranco Fini.

Incluso dentro de la mayoría, los liberales mantienen reservas a las disposiciones fiscales propuestas por Amato, orientadas a recaudar en los estratos de renta más alta. Aunque éste es precisamente el punto de división de las opiniones: para los numerosos críticos del plan de austeridad, su vicio principal es que pretende cargar el elevado coste del saneamiento de las cuentas del Estado en los asalariados, los únicos que no logran evadirse.

Impuesto extraordinario

Medidas como el impuesto extraordinario sobre los automóviles son consideradas operaciones de imagen que no logran ocultar esa realidad. Es cierto que el propietario de un Ferrari Testarossa deberá pagar cerca de 600.000 pesetas para finales de noviembre. Pero también lo es que el nuevo impuesto alcanzará a todos los poseedores de coches de más de 2.000 centímetros cúbicos. El impuesto no grava, por otra parte, a los coches que estén a nombre de sociedades.

También señala la crítica que las medidas selectivas antifraude llegan por vía de ley y por tanto, tras un debate, mientras que las de aplicación general se introducen por decreto. Así se enteraron ayer los italianos de que los recortes de las prestaciones sanitarias y de las pensiones entraron en vigor el sábado, aunque puedan ser modificados a su paso por el Parlamento.

Esas normas, que dejan a los componentes de cualquier unidad familiar que tenga una renta global de más de 3.200.000 pesetas sin más asistencia gratuita que las hospitalizaciones o las medicinas para enfermedades graves, han sido la iniciativa más polémica de Amato. Sobre todo, porque los presupuestos reales italianos son ya casi equilibrados.

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