Moncloa defiende el texto íntegro de Maastricht, mientras Solchaga plantea una lectura flexible
La apretada victoria del sí en Francia y los obstáculos al Tratado de Unión Europea que plantean el Reino Unido y la crisis monetaria han sembrado la confusión en España. El Ejecutivo se aferraba ayer a la ratificación del texto de Maastricht "tal como está", pero, al mismo tiempo, el ministro de Economía, Carlos Solchaga, defendía en Washington "una interpretación flexible de ciertos aspectos del tratado" y la conveniencia de "flexibilizar" los plazos de ejecución del programa de convergencia. Dos días antes, había ido más lejos hasta insinuar la reforma del tratado. El comité ejecutivo del Partido Popular asumió ayer la necesidad de "interpretar" algunos aspectos del texto o "flexibilizar sus contenidos para sacar Maastricht adelante".
La lectura desigual de beneficios y perjuicios cobra mayor contraste a la hora de defender la validez del actual Tratado de Unión Europea, refrendado ya por franceses, irlandeses, griegos y luxemburgueses, pero rechazado, de momento, por Dinamarca. Un portavoz de Presidencia del Gobierno insistió ayer en que, "para bien o para mal, Europa como proyecto requiere más energías que hace 20 días".El objetivo es "evitar la renacionalización de la política y el retroceso de la construcción europea". También, "incidir en los aspectos que España más ha defendido: cohesión, ciudadanía europea y política exterior y de seguridad común".
El secretario de Estado para la CE, Carlos Westendorp, reconoció que la actitud del Reino Unido -la presidencia británica de la CE ha convocado una cumbre extraordinaria para primeros de octubre en la que se reconsiderarán los contenidos del tratado -"es la incógnita". Aun así, la posición oficial es "aprobarlo como está, porque renegociarlo es imposible". Los expertos consideran que si se reforma, España tiene más que perder, porque "nuestros intereses no tienen nada que ver con lo que quiere Dinamarca, por ejemplo".
"Echar una mano"
Westendorp reconoce, no obstante, que habrá que "echar una mano" en esa cumbre extraordinaria al Reino Unido, para ayudar a vencer las resistencias crecientes en la opinión pública británica ante el sentimiento erróneo de que la CE pretende acabar con la soberanía nacional.El margen de actuación es "concretar el principio de subsidiariedad" (concepto que delimita el ámbito de competencias entre la Comunidad y los Estados) y combatir la imagen peyorativa de la burocracia europea. Sobre la propuesta inicial de "reinterpretar el tratado" formulada por el PP, Westendorp contestó: "No sé lo que quiere decir".
José María Aznar reformuló ayer la posición de su partido con un "interpretar algunos flecos y flexibilizar la aplicación del tratado". Esta tesis, más ortodoxa, pero igual de ambigua, responde al matiz introducido por el eurodiputado Marcelino Oreja sobre la fórmula de la portavoz para temas comunitarios, Isabel Tocino.
Más que la oposición del PP y la más radical de Izquierda Unida, al Gobierno le preocupa la afirmación del presidente de la Generalitat de Cataluña, Jordi Pujol, tras el referéndum francés, de que "el tratado está tocado". Ayer, en Bruselas, Pujol habló de retrasos. Esa misma impresión transmitió el ministro de Economía, Carlos Solchaga, presente en Washington para presidir una reunión del FMI, y que parece manejar información privilegiada. Solchaga se refirió a la posibilidad de ampliar los plazos de convergencia o, lo que es lo mismo, suavizar el ajuste.
Ese mensaje, destinado a interpretar la construcción europea desde una perspectiva de los intereses nacionales, va a monopolizar el protagonismo político hasta la ratificación en el Parlamento del tratado de Maastricht. Las declaraciones del vicepresidente Serra (ayer concedió entrevistas a la cadena SER, Radio Nacional y TVE) marcan el comienzo de la campaña informativa del Gobierno.
El presidente Felipe González tomará parte activa en actos públicos, comparecencias oficiales y declaraciones a los medios, pero "no se ha considerado su participación en un gran debate televisivo", según fuentes de La Moncloa. El punto álgido de las intervenciones coincidirá con los actos de conmemoración del décimo aniversario del PSOE en el poder. El PP e IU harán el contrapunto porque, como dijo ayer el presidente popular, "Europa no puede servir de coartada al Gobierno para no tratar los te mas nacionales o de excusa para justificar los males".
El vicepresidente del Gobierno, Narcís Serra, anunció que el ajuste que impone el programa de convergencia "no van a pagarlo los de siempre", en una concesión a la petición de dulcificar y desdramatizar el mensaje formulada por la ejecutiva del PSOE. También aludió a la necesidad de reflexionar tanto sobre el funcionamiento del Sistema Monetario Europeo como sobre los resultados de los referéndums en Dinamarca y Francia. Añadió que los jefes de Estado deben dar muestras de seguridad.
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