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Masiva participación en las primeras elecciones democráticas en Estonia

La mayor parte de los 660.000 estonios con derecho a voto acudieron ayer a las urnas para participar en lo que las autoridades definen como "primeras elecciones realmente democráticas en 60 años". Tras 13 meses de independencia, la jornada se desarrolló en un ambiente de nórdica tranquilidad, pero los votantes no ocultaban sus dos grandes preocupaciones: la persistencia de la crisis económica y, sobre todo, el peligro de conflictos étnicos entre estonios y rusohablantes, después de que éstos últimos no pudieran votar ayer porque la Ley de Ciudadanía se lo ha impedido. Los rusohablantes son en Estonia más del 35% de la población sobre el total de 1.580.000 habitantes que tiene la más pequeña de las repúblicas bálticas.

A la salida de un colegio electoral situado en un barrio de la capital, Tallin, habitado casi exclusivamente por estonios, Tarmu, un padre de familia de 46 años, consideró normal que la mayoría de los rusos no pudieran votar porque aún no son ciudadanos de Estonia, pero inmediatamente reclamó una solución al asunto de "las minorías étnicas", porque sin duda "va a ser el problema más grave en el futuro inmediato".Después de depositar su papeleta, Mart Laar, el diputado más joven del Parlamento disuelto y uno de los políticos con más futuro del bloque conservador Pro Patria, aportó a EL PAÍS la versión oficial del problema: "La cuestión de la ciudadanía", aseguró, "no tiene nada que ver con el problema étnico". Esto se demuestra, agregó, en el hecho de que decenas de miles de personas étnicamente rusas han accedido automáticamente a la ciudadanía estonia por haber sido ya ciudadanos del país antes de la ocupación soviética o ser sus descendientes directos. Por la misma razón, los étnicamente estonios que no fueron ciudadanos de la república durante su primer periodo de independencia (1920-1940) o sus descendientes no han accedido automáticamente a la ciudadanía.

Laar calificó la legislación de Estonia sobre este tema como "de las más liberales de Europa". Para lograr ser ciudadano estonio, explicó, sólo es preciso vivir dos años en la república, solicitarlo explícitamente, jurar fidelidad al Estado y pasar exámenes sobre la historia, la cultura y la lengua del país. "Pero sólo exigimos el conocimiento de los 500 términos básicos de nuestra lengua", precisó Laar. Una vez cumplidos estos requisitos el solicitante deberá esperar un año.

Discriminados

Albert, un profesional de padre armenio y, madre estonia, que no ha podido acceder directamente a la ciudadanía, se mostraba ayer muy dolido. Vive en el país desde hace más de 30 años y habla perfectamente el estonio, pero no está nada seguro de que vaya a solicitar la ciudadanía porque se siente vejado. Lo que más le duele es que también su hijo, de 19 años, ha sido discriminado, pese a haber nacido en Estonia y estudiar su carrera en la lengua del país.

La segunda gran preocupación de los ciudadanos de está república báltica es la crisis económica. Con niveles de inflación que triplican los de Rusia (el 24% en julio y el 17% en agosto) y un descenso de la producción del 13% en lo que va de año, medidas políticas como la introducción de una moneda propia hace tres meses no les acaban de compensar. El citado diputado Laar aseguró sin ambages que uno de los objetivos principales del nuevo Parlamento será "mantener a la gente viva este invierno, que se presenta durísimo".

Laar y las fuerzas más anticomunistas plantearon las elecciones de ayer como la gran oportunidad de los estonios de acabar con la nomenclatura ex comunista y sustituirla por nueva gente. Antes de conocerse los resultados electorales, la sensación en los medios políticos era que ese objetivo iba a lograrse y Arnold Ruutel, presidente del Parlamento desde 1983, no iba a conseguir los votos suficientes como para seguir al frente del país.

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