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EL FUTURO DE EUROPA

La crisis económica hace perder a los rusos su interés por la Europa unida

Pilar Bonet

La televisión rusa dedicó anoche un minuto escaso a anunciar la victoria del en el referéndum francés. El informativo tenía algo más importante de qué ocuparse: la fuerte subida de precios -un 90%- de los combustibles a partir de las cero horas de hoy.

Los ciudadanos de la Federación Rusa, abrumados por la inflación y las dificultades económicas, habían seguido el referéndum francés con indiferencia y sin acabar de entender las consecuencias que su resultado tendrá para el futuro de Europa.

El saber que Europa Occidenta tiene problemas consuela en cierta medida a los rusos de los suyos propios, vino a decir la víspera de la votación la locutora de una emisora moscovita tras un comentario sobre el tema efectuado desde París. La locutora resumía así una de las asociaciones irónicas que vienen a la cabeza del ruso de a pie cuando se le habla de las dificultades de la Europa de los ricos.

Los medios de comunicación de Rusia que cuidan la política internacional informaron sobre el referéndum francés con amplitud, pero sin estridencias. En las últimas semanas, Rusia ha mirado más hacia Asia que hacia Europa, y, si se compara con los baches en las relaciones entre Moscú y Tokio, el debate sobre Maastricht es secundario.

Influencia alemana

Bajo el mandato de Mijaíl Gorbachov, los propagandistas soviéticos utilizaban el proceso de integración europea en su repertorio de argumentos contra las tendencias centrífugas en la extinta URSS. Pero desde la perspectiva de hoy, las publicaciones con nostalgia imperial contemplan el proceso de unidad europea como una preocupante ampliación de la esfera de influencia del Estado alemán sin el contrapeso de una Rusia fuerte.

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"La verdadera unidad de Europa sólo será posible cuando restablezcamos la Unión Soviética como una unión política y económica, aunque se llame de otra manera", afirmaba el ex dirigente comunista Yegor Ligachov en el último número de la revista Dyen.

El semanario Novedades de Moscú, una de las publicaciones que apoyan la política de la dirección actual rusa, evaluaba las consecuencias que un resultado negativo, que no se ha dado, tendría en la Europa del Este.

La creación de un eje Berlín-Kiev, con predominio alemán, a través de Eslovenia, Croacia y la República Checa, sería una "realidad tal vez inevitable" si triunfase el no en Francia, advertía el observador político Vladímir Fedorovski. Tal eventualidad, señalaba, produciría un cambio de liderazgo en Francia y acabaría con su papel de contrapeso europeo a una Alemania unida.

El diario Izvestia, por su parte, era optimista respecto a la integración europea al afirmar el viernes que ésta "se abre camino", aunque sea "irregular" y a veces adopte "formas dramáticas" como en el caso del referéndum francés.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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